«¿CON QUÉ COMPRAREMOS PANES PARA QUE COMAN ESTOS?»
Estamos
en la otra parte del lago de Galilea o Tiberiades. Jesús, al que le siguen
multitudes, va a comenzar la preparación del misterio de la fe. Acojamos su
gran invento. El más revolucionario y original, la Eucaristía, el Dios con
nosotros, el maná que nos dio el Padre como alimento en el camino.
¿Cómo
dar de comer a la multitud hambrienta de pan y de cariño, de verdad y de
ternura?
Jesús, cuenta siempre con nosotros y
nos hace la pregunta del millón ¿Cómo
darles de comer? El Corazón de Jesús no desprecia nuestra
pobreza y cuenta con ella para dar respuesta a las necesidades del corazón
humano. Siempre cuenta el Señor con nosotros, parte de nuestros problemas,
cinco panes. Aquí, hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces. Pero ¿qué
es esto para una multitud hambrienta de pan? Nos
asusta lo desproporcionado de las necesidades y la misión a la que nos envía el
Señor.
Estamos hundidos por la llamada, la responsabilidad y nuestras pobrezas. ¿Qué
son estos dos panes y cinco peces? No hay ni para empezar.
Ante
la incertidumbre y las dificultades de siempre, ¿no es mejor retirarse a los
cuarteles de invierno y esperar que, a lo mejor, llegan tiempos mejores y menos
complicados?
Hay
que ponerse en la piel de los apóstoles, de los evangelizadores, de nuestras
eternas pobrezas. Jesús comienza con su respuesta, “con signos pobres”, lo
primero es tan sencillo y humilde como indicarles que se sienten, que respiren
un poco, que se calmen. Los sitúa bien, pues en aquel lugar había “mucha
hierba” que siempre hace que la sentada se lleve mejor. A veces, las grandes soluciones
comienzan con pequeños signos,
con la humildad de partir de la pobreza, de los que somos y tenemos.
Eran
unos cinco mil, siempre demasiados y el milagro comienza con la Acción de
Gracias al Padre. No espera Jesús ver el milagro con sus ojos, sino que
comienza agradeciendo primero. Rompe el esquema del orante judío que reflejan
los salmos y que primero piden, después esperan y sólo cuando se hace la
curación, el milagro, agradecen. Aquí Jesús comienza con la acción de gracias
como antes de morir, con la Eucaristía.
Partiendo los dos panes y los cinco peces,
de los pobres de aquello y de los nuestros se realiza el milagro. Dios siempre
cuenta con nuestra pobreza para evangelizar. No desprecia ningún pan, ningún
pez, ninguna pobreza, para construir porque al fin y al cabo, ¿qué puede
hacer aquel muchacho? Nada y todo. Nada,
porque era una pequeñez con la inmensidad de cinco mil personas y sin embargo
era su vida la que daba y junto con la acción de Jesús realiza el milagro.
El milagro de la evangelización se realiza
cuando ponemos al servicio del Señor nuestro problema
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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