«VELAD, PORQUE NO SABÉIS EL DÍA NI LA HORA».
En la Palabra de Dios de este domingo encontramos dos consejos que no podemos
olvidar: El primero es la llamada a la sabiduría de saber esperar, para que no nos alejemos de lo
fundamental, de estar siempre cerca de Dios, porque el cristiano se distingue
por la esperanza, el hombre de fe se distingue porque es capaz de esperar. El segundo consejo es la
invitación a la vigilancia, a que abramos los ojos
para estar siempre preparados, atentos y previsores, porque somos peregrinos y
estamos en camino, siempre expuestos a muchas dificultades y tentaciones y para
esta aventura necesitamos la luz de la fe, estar cerca de Cristo expectantes y
con las lámparas encendidas. Estas lámparas son las de la fe, la esperanza y el
amor. Son las luces que ha encendido Dios en el corazón de los creyentes, para
iluminar el mundo con la lámpara del Evangelio.
En la parábola que expone Jesús a sus
oyentes nos pide
que tengamos muy clara nuestra meta, hacia
quién caminamos, que no es hacia otro sino Cristo Resucitado, y que seamos
previsores, porque el camino es largo y por eso hay que estar atentos para que
nada ni nadie nos aparte de Nuestro Señor. Los peligros están muy cerca de cada
uno y nuestra condición es frágil, así que vigilemos para mantenernos firmes en
la decisión y con las lámparas encendidas, provistas del aceite, que alimenta
la fe y la sabiduría que desciende de Dios. Aprovechemos este día para prestar
atención a las bellas palabras de la primera lectura donde se hace un canto a
la sabiduría, que nos anima a la esperanza y recupera nuestras fuerzas. La
sabiduría, como don del Espíritu Santo, se anticipa a quien la desea y sale al
encuentro de quienes son merecedores de ella. La sabiduría te acerca a Dios y
te abre todas las puertas para que tu caminar de peregrino te lleve a Él.
Mantener la lámpara de la
fe encendida es nuestra tarea, para saber distinguir lo que es esencial de lo
pasajero, la vida eterna de lo
terreno; la fe, que te abre el horizonte de luz e ilumina el camino para
afianzarte en tus pasos hacia la Vida en Cristo; la lámpara llena de aceite
para que puedas cumplir el deseo de ver a Dios, el deseo de su presencia, de su
misericordia y de su perdón. Tu lámpara encendida, que ilumina tus pasos, hacia
la meta clara de Dios, te permite avivar la esperanza y experimentar el gozo de
caminar para encontrarte con el Amado. Otra vez más, el ejemplo de la Santísima
Virgen María, Madre de la Esperanza, nos sirve para agarrarnos fuerte a Nuestro
Señor, como Ella, y pedirle que nos dé un alma vigilante, porque estamos
llamados a ser luz, a ser profetas del Señor, que nos trae la Vida eterna;
estamos llamados a seguir anunciando a Cristo Resucitado, como heraldos de la
Nueva Evangelización, pero con el ejemplo de vida; con un testimonio vivo del
amor y de la misericordia de Dios; como hermanos que se entregan a los demás
con la fuerza de la caridad…
+ José
Manuel Lorca Planes - Obispo de Cartagena
No hay comentarios:
Publicar un comentario