¿ERES TÚ EL QUE HA DE
VENIR…?
Vuelve
la figura colosal de Juan Bautista. Esta vez está en la cárcel. Le surgen dudas, por otra parte normal. Cuando entró en
la Iglesia Católica Chesterton, dijo con mucha sabiduría: al
entrar en la Iglesia me quité el sombrero, pero nunca la cabeza para pensar.
¿Cuáles son las dudas de Juan en la cárcel? ¿Dónde están sus grandes
interrogantes?
Al estar encarcelado él ve que pasa el
tiempo y no es liberado. Estaba convencido de que cuando viniera el Mesías, los
signos más esperados y más deseados es que salten los cepos injustos y que sean liberados los que sufren
por la verdad, los que están encarcelados por fidelidad al Señor de la Vida.
Es curioso que Jesús le diga a Juan que
se están cumpliendo todos los signos mesiánicos para tranquilizarle: “los ciegos ven, los inválidos andan,
los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio”, pero no habla nada de liberación de los presos, que
era la situación existencial de Juan. Parece como que a él le falla el Mesías
porque sus expectativas no son
cumplidas.
La clave
está en que aquellos que hemos conocido el Amor de Cristo nunca debemos
desconfiar de su Él, aunque se haga esperar y, a veces, parezca que no se
cumplen sus planes o que no es puntual a la cita, por eso apostilla Jesús: ¡Dichoso
el que no se escandaliza de mí!
La
grandeza de Juan está en la humildad profunda que le lleva a desaparecer, aún
en sus propios intereses personales, para dar paso al Dios que viene y que sólo
podemos esperarlo y acogerlo en la fe, en la sorpresa, en la novedad y en el
asombro. Somos contemplativos porque sabemos que de quien nos hemos fiado
siempre lleva a buen término la obra que empezó en nosotros.
Las dudas a veces son inevitables en el
camino del seguimiento de Cristo. La duda es volver, una y otra vez, al amor
primero, a la certeza de saber que el Amor de Dios siempre se sale con las
suyas. A veces, parece que Dios calla y nos asusta
tanto silencio de Dios, pero si, como decía el Hermano Rafael, “sabemos esperar”, entonces nuestra vida
se transforma y las dudas se disipan como la niebla.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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