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Contemplad el rostro de la misericordia, nos dicen en este año jubilar. Ellos son los primeros testigos de la
misericordia de Dios, porque mantienen viva la experiencia del
perdón de Dios, tienen muy clara su conciencia de ser personas salvadas y se
sienten renovadas y envueltas continuamente por la santidad de Dios. Son así,
para nosotros, ejemplo de confianza en la misericordia de Dios, que nunca nos
abandona.
Las
personas contemplativas nos ayudan a recordar, asimismo, que el seguimiento de
Jesucristo supone optar libremente por
seguir sus verdades, no las nuestras, y desprendernos de todo lo que no esté
conforme con su Evangelio. La opción valiente de la persona contemplativa es
una invitación continuada para los demás, de lo que implica y conlleva el
seguimiento de Jesucristo. Dar la vida por lo que se cree.
Aunque no pocas nubes se ciernen sobre el horizonte de hoy sobre la vida
contemplativa, también cerca de nosotros, hemos de estar seguros, y plenamente
confiados, de la fuerza del Espíritu Santo que sopla por doquier en la Iglesia
y en el mundo. Están apareciendo, incluso, nuevas formas de esta consagración,
en consonancia con las nuevas exigencias de nuestro tiempo.
Damos
gracias a Dios por la riqueza de la vida contemplativa. Sus
ejemplos suscitan, en no pocos jóvenes, el deseo de seguir a Cristo para
siempre. El Señor sigue llamando.
Nuestro agradecimiento y nuestro apoyo a las personas consagradas al
Señor, particularmente a los contemplativos y contemplativas de esta Iglesia.
Roguemos a Dios por su perseverancia y entrega plena a su vocación, al tiempo
que les pedimos recen diariamente por todos los fieles diocesanos.
Con nuestra felicitación y saludo en el Señor.
+ Ramón
del Hoyo López - Obispo Adm.
Apostólico
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