TIEMPOS LITURGICOS

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sábado, 9 de enero de 2016

DOMINGO 10 DE ENERO, DESPUÉS DE EPIFANÍA



FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS

     La Palabra se centra en Juan el Bautista, que abrirá el telón en esta dramática aventura de Jesús y lo presentará en sociedad: "viene el que puede más que yo y no merezco desatarle la correa de sus sandalias". El Bautismo de Jesús marca el punto de arranque de su tarea, su misión profética, que después continuará en la Iglesia. Veremos cómo en Jesucristo se cumplen todas las promesas hechas a nuestros antiguos padres. El profeta Isaías anuncia al elegido por el Señor, en quien ha puesto su espíritu, para que establezca entre todos los pueblos la ley de Dios, el derecho y la justicia. El profeta no se deja llevar por los criterios humanos, sino por los de Dios, porque retrata al que llevará esta tarea tan importante como humilde, sencillo, manso y delicado. Dios lo guía amorosamente y lo señala como alianza para todos los pueblos, como luz de las naciones y libertador de los oprimidos. El Evangelio de San Lucas subraya este hermoso momento cuando Dios, solemnemente, presenta a toda la humanidad a Jesús como el Hijo amado, el predilecto, el anunciado por los profetas, el Mesías esperado por el pueblo. Jesús es ungido para esta misión.
     Acabamos de terminar unos días muy entrañables con motivo de la Navidad de Nuestro Señor y nos hemos quedado con un buen sabor de boca. Dios está presente entre nosotros, porque ha plantado su tienda en medio de nuestra vida y hemos contemplado su Gloria; hemos sido testigos de que ha cumplido su palabra, enviando al Mesías, y nos ha desvelado su manera de hacer las cosas: con humildad, sencillez... ¡Ahora es tiempo de salvación, de caminar tras las huellas del Señor, de ser profetas y testigos de su presencia, de trabajar en la Iglesia, enviados a trabajar en la evangelización más allá de la Iglesia misma. El Papa Francisco es un abanderado de esta misión y no se cansa de urgirnos a proclamar lo que hemos visto y oído; él habla de salir a la calle para anunciar a todos la verdad y la cercanía de Dios, Padre de amor, perdón y misericordia, en la persona de Jesucristo.
     La urgencia en la evangelización nos viene dada por la experiencia del encuentro personal con Cristo, cuyo amor nos ha tocado el corazón y nos ha despertado la necesidad de ayudar al prójimo. Como cristianos tenemos por delante un horizonte ilimitado: estamos siempre en camino, llamados a vivir la vida filial y fraterna en Jesús, la entrega total a los demás, la unión con Dios, estar vigilando para crecer en santidad... nos hace ir más allá, hasta no tener descanso. Crecer más en santidad es una exigencia que se nos impone, porque hemos recibido el Don del Espíritu Santo en el Bautismo también y el Espíritu es quien asegura el éxito de nuestra entrega, no está ajeno al crecimiento de nuestra vida apostólica, nos acompaña en todas las situaciones imaginables, es el mayor don que hace Dios al creyente.
     En estos domingos siguientes, al comenzar Jesús la vida pública, oiremos más de una vez cómo invita a la gente a seguirle. Jesús llama al seguimiento, pero no pone tiempo de caducidad a esta invitación, es para siempre, se trata de una llamada a compartir su vida conociendo nuestras luces y sombras, éxitos y fracasos, aplausos y persecuciones... hasta el final. Lo que realmente llama la atención es que quien sale beneficiado de esta entrega eres tú, porque eres el primero en participar de la persona de Jesús que se ha donado por completo.
     Hoy has de ser fuerte en la fe y decir: vuelvo los ojos a Jesucristo. No te oculto que seguir a Cristo supone andar por la senda estrecha y por el camino angosto, es cargar con la cruz cada día y olvidarte de ti, que para ser discípulo de Cristo, debes abrir bien los ojos y avivar tus oídos, que Él habla muy claro y nítido.
+ José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena


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