… CREED EN EL
EVANGELIO.
Amadísimos
hermanos y hermanas:
■ El miércoles pasado, con el rito de la
ceniza, entramos en la Cuaresma, itinerario penitencial de preparación
para la Pascua, ocasión para que todos los bautizados renueven su espíritu de
fe y afiancen su compromiso de coherencia evangélica.
Como sugiere el evangelio de hoy (Mc 1, 12-15), durante los
cuarenta días de la Cuaresma los creyentes están llamados a seguir a Cristo
al "desierto", para afrontar y vencer con él al espíritu del mal.
Se trata de una lucha interior, de la que depende el planteamiento concreto de
la vida. En efecto, del corazón del hombre brotan sus intenciones y sus
acciones (cf. Mc 7, 21); por tanto, sólo purificando la conciencia se
prepara el camino de la justicia y de la paz, tanto en el plano personal como
en el ámbito social.
■ En el actual contexto internacional, se
siente con más fuerza la exigencia de purificar la conciencia y convertir el
corazón a la paz verdadera. Al respecto, es muy elocuente el ejemplo de Cristo
que desenmascara y vence las mentiras de Satanás con la fuerza de la verdad,
contenida en la palabra de Dios. En lo más íntimo de cada persona resuenan la voz
de Dios y la insidiosa voz del maligno. Esta última trata de engañar
al hombre, seduciéndolo con la perspectiva de falsos bienes, para alejarlo del
verdadero bien, que consiste precisamente en cumplir la voluntad divina. Pero
la oración humilde y confiada, fortalecida por el ayuno, permite superar
también las pruebas más duras, e infunde la valentía necesaria para combatir el
mal con el bien. La Cuaresma se convierte así en un tiempo de provechoso
entrenamiento del espíritu.
■ Amadísimos hermanos y hermanas, invoquemos
a la Virgen santísima para que nos guíe a todos a recorrer con generosidad este
exigente camino cuaresmal.
San Juan Pablo II, pp
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