OCTUBRE: MES DEL ROSARIO
Queridos
fieles:
Desde niños
conocemos muchos que la devoción al Santo Rosario y el día del Domund, son dos
hitos fijos en el recorrido cristiano del mes de octubre.
■ Fijándonos
en el ROSARIO sabemos que es una devoción esencialmente contemplativa que nos
alienta a mantener viva nuestra fe y nos ayuda a vivirla con alegría y entrega
a favor de lo que Dios espera de cada uno, especialmente acompañados de nuestra
Madre del cielo.
Un teólogo
de nuestros días, el Dominico Edwar Schillebeeckx, nos describe las riquezas
que contiene esta oración mariana. Escribe: “El Rosario es símbolo de fe
sintético y psicológico en forma de plegaria meditada; es una plegaria que
resume todo el dogma redentor… Orando el pueblo de Dios se ancla más
fuertemente en los dogmas de la fe. Rezando el Rosario… se identifica con María
en la evolución de su vida con Cristo y revive, por Él en la fe, la esperanza y
la caridad, todas las fases de la vida de Cristo”.
■ Rezado en público el Santo
Rosario es una solemne oración dialogada. Lo que se pretende con ello es
enseñar a los fieles, sobre todo a las nuevas generaciones, a pensar y meditar
sobre los fragmentos intercalados de la vida del Señor y de la Virgen, es
decir, sobre lo que se enuncia en cada misterio. Se nos invita a profundizar en
el amor a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Señora, para tratar de imitar lo
que amamos.
Hemos
de procurar evitar que el rezo del Rosario, tanto en público como en
privado, se haga deprisa o de
cualquier manera. Difícilmente se podrá conseguir que la dignidad,
atención y devoción de esta preciosa oración obtenga sus frutos, si se hace con
precipitación y falta de sentido. Debería ser un propósito en nosotros cuidar y
revisar cómo se reviven en nosotros los momentos más importantes y
significativos de la historia de la salvación, acompañados de nuestra Santísima
Madre.
■ El Rosario es una oración
sencilla y accesible a todos: grandes, pequeños, laicos y clérigos, cultos y
menos formados. Es la oración, sobre todo de los ancianos y enfermos. Cerca de
ellos, al alcance de sus manos, suele estar el Rosario y lo ven sus hijos y sus
nietos.
Propongamos, especialmente durante este mes, ser apóstoles
del Rosario. Quien, como María y juntamente con ella, conserva y
medita asiduamente los misterios de la vida de Jesús, va asimilando
progresivamente sus mismos sentimientos. Quien experimenta personalmente la
belleza y profundidad de esta oración será un apóstol de este bendita oración.
Sacerdotes, padres y abuelos, catequistas y
educadores: pongan en manos de un niño o de una niña bien pronto el Rosario,
recen con ellos, y estará creciendo y haciéndose un buen cristiano…
¡Santísima Virgen del Rosario, intercede por
nosotros!
Con mi
saludo y bendición.
+ Ramón del Hoyo López, Obispo de Jaén
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