«MAESTRO, ¿NO TE IMPORTA QUE PEREZCAMOS?»
Jesús en su
labor por los caminos anunciando el Amor salvífico del Padre llegaba hasta el
agotamiento. Parece increíble que se pueda dormir en una barca y con un oleaje
tan grande, que parece que se va a hundir la barca. Es señal por una parte de su
equilibrio de serenidad y por otra parte, que está al borde de la extenuación.
Es como si no pudiese más. Se encuentra al borde de sus fuerzas.
Ante un Jesús dormido en la barca y la
posibilidad de hundirse y perecer gritan. El miedo paraliza el corazón. La oración se hace grito y el grito se hace
oración… No te importa que nos
hundamos. Parece que no te importa nuestra vida. Porque callas tanto tiempo
cuando parece que nos vamos a hundir. Es la experiencia a veces trágica de
tantos hombres y mujeres que en el mar embravecido de la vida y llevando a Dios
en la barca de su vida no le ven, piensan que duerme y gritan en sus noches
oscuras creyendo no encontrar respuestas.
La oración del
grito se hace reproche y riña… Es que no te
importa que nos hundamos. Porque te escondes Señor en mis dificultades y
pareces que te encuentras en el sueño de los justos.
Cuando acudimos
al Señor vuelve la calma al mar embravecido de nuestra vida. Hasta podemos caminar por encima de las olas. Es más
cuando más arrecia la tormenta… Sus palabras salen a nuestro encuentro…. Porque
dudas hombre de poca fe. A veces la mayor presencia de Dios es su aparente
ausencia y amainó el viento… Volvió la calma.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España
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