«¿CON QUÉ COMPARAREMOS EL REINO DE DIOS?»
Marcos nos vuelve a interpelar con parábolas lo que ha sido todo el argumento de su evangelio, el seguimiento de Cristo. Ser discípulo de Jesús es partir de lo pequeño, de lo humilde, de lo que no cuenta para el mundo. Estamos en la lógica de lo pequeño, de lo insignificante, de lo que no cuenta en las claves de la eficacia.
Jesús enseña en parábolas porque es el
lenguaje que entiende todo el mundo. Son a modo de cuentos que forman parte de
la sabiduría de los sencillos y de los pobres que captan maravillosamente la
moraleja de las parábolas.
Las parábolas de hoy son claves porque
destacan a través del grano de mostaza, de lo pequeño con vocación de crecer,
de hacerse un arbusto donde aniden las aves del cielo. El evangelio es buena
noticia para los pequeños. No nos podemos quedar en el lamento de la pequeñez,
sino en la osadía de crecer con confianza.
Seguir a Jesús es siempre
una vida vivida desde todas nuestras pobrezas, llamadas a vivir
creciendo en la confianza, como María, que creyó que para Dios nada hay
imposible. Vivamos el discipulado como consecuencias de nuestro bautismo para
ser coherentes desde nuestra pobreza.
+ Francisco
Cerro Chaves - Arzobispo de Toledo
Primado de España
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