MAYO: MARÍA VIRGEN
Alabado sea el
Santísimo Sacramento del Altar
Reflexiones que nos
animen y ayuden a encontrarnos con Jesús Sacramentado y descansar en su Corazón.
… de la mano de su Madre que le ha dado su cuerpo y sangre, pidiendo el triunfo
de su Corazón Inmaculado, como anunció en Fátima.
Mes
tradicionalmente dedicado a la Virgen, “con flores a María…”; Ella con su sí al Ángel nos
dio al Salvador: “La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Como
nos recuerdan muchos santos, el cuerpo de Cristo es el cuerpo de María. Ella nos
trae, nos da, nos lleva a Jesús; por ello recordamos en Mayo las apariciones de
la Virgen a los pastorcillos de Fátima, donde prometió: “Mi Corazón
Inmaculado triunfará”.
La respuesta
de Isabel al saludo de María. “Dichosa tú que has creído, lo que te ha dicho
el Señor se cumplirá”, nos anima a acudir a la adoración siempre de su mano.
Ella nos pondrá bajo la acción del Espíritu Santo, así nos
lo enseña san Juan Pablo II, el 02/07/1989: “El
Espíritu ha plasmado la santa humanidad de Cristo: su cuerpo y su alma, con
toda la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar. En una palabra, ha
plasmado su corazón. La vida de Cristo ha sido puesta enteramente bajo el signo
del Espíritu. Es el Espíritu quien dirige los pasos de Jesús, lo sostiene en
las pruebas, sobre todo lo guía en su camino hacia Jerusalén, donde ofrecerá el
sacrificio de la Nueva Alianza, gracias al cual se encenderá el fuego que Él
trajo a la tierra.
La humanidad de Cristo es también obra
de la Virgen. El Espíritu Santo plasmó el Corazón de Cristo en el seno de
María, que colaboró activamente con Él como madre y como educadora.
Como Madre, Ella se adhirió consciente y
libremente al proyecto salvífico de Dios Padre. Como educadora, Ella plasmó el Corazón de su
propio Hijo, introduciéndolo, junto con San José, en las tradiciones del pueblo
elegido. Ella lo ayudó a desarrollar inteligencia y seguramente ejerció influjo
en la formación de su temperamento”.
Nosotros adoradores debemos dejar que María plasme en
nuestros corazones el de su Hijo eucarístico, y cultivar con Ella el coloquio
materno-filial. El Papa del lema “Totus tuus” nos dice, el 21/07/1985: “En el momento de
la Anunciación comenzó el coloquio del Corazón de la Madre con el Corazón del
Hijo. Nos unimos hoy a este coloquio. Deseamos hablar al Corazón del Hijo
mediante el Corazón de la Madre. ¿Qué puede haber más bello que el coloquio de
estos dos corazones? Queremos participar de él”.
Trelles nos enseña la intimidad de la comunión de Jesús con la presencia
de María en nuestras almas, en “La Senda Eucarística”, pág. 259: “María
es inseparable de su santísimo Hijo […] María ha dado la materia del sacramento augusto, porque la
carne de Jesús es carne de María […] y nos ofrece siempre a Jesús y sólo Ella puede
introducirnos dignamente en su presencia. Y la Señora se complace en hacerlo
para gloria de Dios y bien de los hombres, amor que fue el secreto de su vida
purísima; el de su poder de intercesión casi infinito y sobre todo el de su
complacencia en asistirnos en los preciosos momentos de la comunión
sacramental”.
San Manuel González, hombre eucarístico
y mariano por excelencia, de niño había pertenecido a los seises de la Catedral
de Sevilla. En sus Obras Completas 1464, nos dice: “Madre
inmaculada, que yo siga, obedezca y ame a tu Jesús sin sentirlo, sin verlo, sin
oírlo y sin gustarle… ¡solamente creyendo en Él!”. La Virgen nos ayudará a vivir
cada día mejor nuestras adoraciones, comuniones y eucaristías.
Santa Teresa del Niño Jesús, dirigiéndose a la Virgen: “Yo tengo más suerte
que Tú, ya que tú no tuviste una Virgen María a quien amar”. Sigamos
su ejemplo de vivir en el Corazón de María.
Promesa del Corazón de Jesús a Santa
Margarita M.ª de Alacoque:
“Con la amistad de este
Divino Corazón, tienen segura la protección de la Santísima Virgen y de todos los
Santos. Harán rápidos progresos en la perfección. Mi Corazón los santificará y
glorificará. Recibirán la gracia del puro Amor Divino”.
Preguntas para el
diálogo y la meditación.
■ ¿Qué lugar y
tiempo dedico a la Virgen en la vigilia de adoración?
■ ¿Soy apóstol
del Rosario como los niños de Fátima?
■ ¿Conozco los
dogmas marianos para dar razón de los mismos?
■ ¿Acudo de la
mano de la Virgen a todas las cosas, como San Juan Pablo II “Totus tuus”?
Acabamos con la preciosa oración de San Bernardo, el melifluo Abad de
Claraval:
“Si se levantan los vientos de las tentaciones, si te ves arrastrado contra las rocas del abatimiento, mira a la estrella, invoca a María. Si eres batido por las olas de la soberbia, de la detracción o de la envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la ira o la avaricia o la seducción carnal sacuden, con furia la navecilla de tu espíritu, vuelve tus ojos a María… Si te asalta el peligro, la angustia o la duda, recurre a María, invoca a María… Si la sigues, no te desviarás; si recurres a Ella, no desesperarás. Nada temerás si te protege; si te dejas llevar por Ella, no te fatigarás; con su favor llegarás a puerto…”
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