MARZO 2021
«Muéstrame tus caminos, Señor,
enséñame tus sendas»
(Sal 25, 4)
Este salmo nos presenta a
un hombre que se siente rodeado de peligros y amenazas y necesita encontrar el
camino recto que lo ponga por fin a resguardo. ¿A quién pedir ayuda?
Consciente de su debilidad, al final eleva los ojos y
clama al Señor, al Dios de Israel, el cual nunca ha abandonado a su
pueblo, sino que lo ha guiado a través del largo viaje por el desierto hasta la
Tierra Prometida.
La experiencia del camino hace que renazca
en el viajero la esperanza; es la ocasión privilegiada para una nueva intimidad
con Dios, para abandonarse confiadamente al Amor fiel de Él a pesar de su propia
infidelidad.
En el lenguaje de la Biblia, caminar con
Dios es también una lección de vida, es aprender a reconocer su designio de
salvación.
«Muéstrame
tus caminos, Señor, enséñame tus sendas»
A menudo, después de haber recorrido los
senderos de nuestra presunta autosuficiencia, nos encontramos desorientados,
confundidos, nos volvemos más conscientes de nuestros límites y carencias.
Quisiéramos recuperar la brújula de la vida y así conocer el itinerario hasta
la meta.
Este salmo nos ofrece una
gran ayuda; nos incita a experimentar de nuevo o por primera
vez el encuentro personal con Dios, a confiar en su amistad.
Nos anima a ser dóciles a
sus enseñanzas, que nos invitan constantemente a salir de nosotros
mismos para seguirlo por el camino del amor, que Él es el primero en recorrer
para ir a nuestro encuentro.
Puede ser una oración que nos acompaña
durante la jornada y transforma cada momento, gozoso o doloroso, en una etapa
de nuestro camino.
«Muéstrame
tus caminos, Señor, enséñame tus sendas»
En Suiza, Hedy, casada y madre de cuatro
hijos, hace tiempo que procura vivir la Palabra. Ahora está gravemente enferma,
y sabe que está llegando a la meta de su camino en la tierra.
Cuenta su querida amiga Kati: «Cada vez
que la visito, y también con el personal que la cuida, Hedy siempre está
proyectada en el otro, se interesa por cada uno, aunque ya le cuesta mucho
hablar. Da las gracias a todos por estar ahí y ofrece su experiencia. ¡Es solo
Amor, un vivo Sí a la voluntad de Dios! Congrega a muchas personas: amigos,
familiares, sacerdotes. Todos están profundamente impresionados por la atención
que presta a todas las visitas y por su fuerza, fruto de su fe en el amor de
Dios».
Chiara Lubich comparó la
vida con un «santo viaje»[1]: «[…] El "santo
viaje" es el símbolo de nuestro itinerario hacia Dios. […] ¿Por qué no
convertir la única vida que tenemos en un viaje, un viaje santo, como Santo es
Aquel que nos espera? [...] También quienes no tienen un credo religioso pueden
hacer de su vida una obra maestra y emprender con rectitud un camino de sincero
compromiso moral. Ya que la vida es un "santo viaje" siguiendo el
trazado de la voluntad de Dios, nuestro camino nos pide avanzar todos los días.
[...] Pero ¿y si nos paramos? [...] ¿Debemos abandonar la empresa, desanimados
por nuestros fallos? No; en esos momentos el santo y seña es "volver a
empezar" [...] poniendo toda la confianza en la gracia de Dios más que en
nuestras capacidades. [...] Y sobre todo, caminemos juntos, unidos en el amor,
ayudándonos unos a otros. El Santo estará en medio de nosotros, y Él se convertirá en
nuestro "Camino”: Él nos hará entender más claramente la voluntad de Dios
y nos dará el deseo y la capacidad de ponerla en práctica. Unidos, todos será
más fácil y tendremos la bienaventuranza prometida a quienes emprenden "el
santo viaje"»[2].
Leticia Magri
[1]
Cf. Sal 84, 6: «Dichoso el que encuentra en ti su
fuerza, y peregrina hacia ti de buena gana».
[2] C.
LUBICH, Palabra de vida, diciembre 2006, en EAD., Palabras de vida/2
(1991-2006), Ciudad Nueva, Madrid 2021, pp. xx
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