LOS DÍAS INTENSOS QUE NOS ESPERAN
… Las condiciones en que vivimos mientras dure esta pandemia nos limitan
en ciertos aspectos, pero nunca nos pueden impedir que vivamos cristianamente y
más aún, redoblando nuestras súplicas a Dios por las necesidades del mundo y
dando testimonio de la luz de Cristo. Por ello os animo a seguir siendo
adoradores de Cristo-Eucaristía en cada momento y en cada ambiente de vuestra
vida. Si confiamos en el Señor y pedimos la unción de su Espíritu, nos mostrará
caminos nuevos de santidad y nos dará capacidad para responder a los retos actuales
(…“yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni
contradecir ningún adversario vuestro.” Lc XXI, 15).
Tenemos por delante, por tanto, momentos especiales que nos ayudarán a reflexionar, asumir
y mostrar la maravilla de nuestra fe:
-El tiempo cuaresmal es un tiempo de gracia. Pero no es un apremio infantil para dejar de hacer travesuras ni una época sombría de rigor penitente. En Cuaresma experimentamos la generosa providencia de Dios en la medida que somos conscientes de nuestro pecado y abandonamos el mal camino. No se puede perdonar a quien no se arrepiente de su perversidad. La Sagrada Escritura nos advierte de nuestra cruda realidad (“…pecador me concibió mi madre…” Salmo 50) y nos ofrece el remedio (“"¡Buscad al Señor y su fuerza, id tras su rostro sin descanso, recordadlas maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca!" Salmo 105).
El hecho de que estemos más encerrados y se nos limite para muchas
actividades habituales puede provocar una relajación de costumbres que degenere
también en pereza espiritual. Debemos aprovechar la Cuaresma, como siempre, para dar un empujón
a nuestra espiritualidad: meditemos con mayor fervor la Palabra de Dios,
hagamos actos de penitencia (vivir bajo una epidemia ya es bastante penitencia, pero
no nos conformemos con eso), practiquemos la caridad (ayudando
económicamente, visitando o llamando para dar ánimos, rezando por los
demás…), aumentemos la devoción (Santo Rosario, Viacrucis, los domingos de San
José….) y no dejemos que el miedo nos paralice de modo que no recibamos los sacramentos,
verdaderos tesoros de la gracia. Son fundamentales la Eucaristía y la Confesión. Y las
visitas al Santísimo para adorarlo. Los adoradores estamos comprometidos especialmente
con esto.
-La Solemnidad de San José, patrono
de la Iglesia universal. Como un oasis de abundancia, en plena sequedad
cuaresmal, la fiesta de San José nos hace poner nuestra
mirada en la imponente figura de aquel que cuidó, con
varonil firmeza, exquisita prudencia y admirable discreción al
mismo Dios hecho hombre. Tengámoslo muy presente durante
este año jubilar y aprendamos de él […]
-La Semana Santa es la semana mayor
del año. En ella celebramos que Jesús, “…sabiendo que había llegado la hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo.” (Jn XIII, 1). Jesús es una persona de
extremos, porque no le gustan las medias tintas. A la hora de dar, lo dio todo
[…]
Os animo a todos a ofrecer
vuestra compañía reparadora a Cristo en la Eucaristía.
Estamos necesitados de su consuelo y su fuerza y el mundo entero necesita de
nuestra adoración ferviente. Tanto los que podemos acudir al templo, como los
que no pueden o no se atreven a salir de casa, debemos ofrecer momentos de
intimidad con el Señor, evitando distracciones. Los costaleros no pueden hacer
su función sino hay procesiones. Los adoradores sólo pueden dejar de adorar si Cristo
no está entre nosotros. Y eso no pasará nunca.
Fray Francesc Xavier
Català Sellés O.P.
Consiliario diocesano
ANE y ANFE – Asidonia/jerez
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