JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA
La Jornada de la Vida
consagrada se celebrará en la fiesta en que se hace memoria de la presentación
que María y José hicieron de Jesús en el templo "para ofrecerlo al
Señor" (Lc 2, 22).
La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por primera vez el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor.
La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por primera vez el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor.
La
misión de la vida consagrada en el presente y en el futuro de la Iglesia, en el
tercer milenio, no se refiere sólo a quienes han recibido este
especial carisma, sino a toda la comunidad cristiana. En la exhortación apostólica post-sinodal Vita
consecrata, publicada en 1996 por Juan Pablo II, escribía: "En realidad,
la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento
decisivo para su misión, ya que «indica la naturaleza íntima de la vocación
cristiana» y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo" (n. 3). A
las personas consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a mirar el
futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su
gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas: "¡Vosotros no solamente
tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que
construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa
para seguir haciendo con vosotros grandes cosas" (ib.,
110).
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