«ESTE ES EL CORDERO DE DIOS…»
Volver al tiempo
ordinario, es volver a descubrir que lo extraordinario de nuestra vida está en
el amor con que se vive todo. No consiste en lo que hacemos, sino, en el cómo,
y por qué lo hacemos.
El evangelio de Juan nos presenta una imagen tan querida para el pueblo judío,
la del cordero. Jesús es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
El Mesías es el Señor, el cordero inmolado
por nosotros y por nuestra salvación que quita el pecado del mundo. Es una novedad y
es que Jesús lleva sobre si el pecado del mundo. Se presenta como
cordero manso y humilde. Llevado al matadero. Humilde. No abre la boca ante el
esquiador. Jesús manso y humilde de corazón hace suyo y lleva sobre si el pecado
del mundo.
Otra novedad es que Jesús es a la vez el pastor y el
cordero. Pastor y pasto que repite un himno de la fiesta del Corpus Christi. El
Cordero es el que nos alimenta con su cuerpo y con su sangre redentora. No nos
ha amado en bromas. Su Amor incondicional le ha llevado a entregar la vida por
Amor. Es su vida entregada hasta la cruz, la que nos habla de su amor extremo,
como pan partido y sangre derramada.
El inicio, el transcurso, y el final de la vida de Jesús, se ha presentado
siempre ante los hombres, no como una amenaza contra lo bueno que hay en el corazón
humano, sino como una lucha campal contra el Maligno y el mal, que siembran las
relaciones humanas de odio y violencia. Al mal se vence a fuerza de Bien.
Es necesario mirar al Cordero traspasado en su Corazón por nuestros
pecados y repetir a todo el mundo con nuestra vida, mirad al Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo llevándolo sobre sí.
+ Francisco Cerro Chaves - Arzobispo electo de Toledo
Administrador Apostólico de Coria-Cáceres.
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