«MAESTRO, ¿QUÉ DEBEMOS HACER NOSOTROS?»
Juan
Bautista que proclama a Jesús ya próximo entre los hombres y prepara el camino
del Señor, acoge todas las preguntas que le hacen en ese momento. Preguntas que
quizás algunos no esperen que les dé la respuesta.
Primero
pregunta el pueblo pobre, humilde y sencillo. Los que no tienen casi nada que
ganar ni perder. Entonces ¿QUÉ HACER? Que vivamos el momento presente. Es lo que
más nos preocupa en el día a día, la comida y el sustento para poder vivir dignamente.
También
se preguntan los hombres y mujeres de su tiempo, buscadores incansables desde
su realidad de pecadores, de pobres de solemnidad, despreciados por los demás y
que se han ido a bautizar al Jordán. Maestro, qué hacemos nosotros. Le llaman maestro,
y sobre todo contesta Juan, como un auténtico maestro desde la humildad y
sencillez de la vida. No seáis demasiado exigentes ni rigoristas. Sed buenos de corazón. Sembrad de
esperanza los caminos de la tierra, el
orden establecido, luchar por la justicia...
También
están los militares, ellos también buscan el Rostro de Cristo. También
preguntan y se preguntan ¿Qué hacemos nosotros? Juan va al grano: No hagáis
extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con
la paga. Sed de corazón bueno
y aceptad lo que tenéis, no
se os meta en el corazón la tentación de tener más, de poseer más, de buscar el
éxito. Contentaos con lo que ahora tenéis porque
el Señor está cerca.
La expectación del pueblo es grande. El
asombro se apodera de nosotros ante lo que viene en ese momento de la historia
y que no saben lo que le deparará. Todas nuestras preguntas tienen una búsqueda
del corazón y un nombre: JESÚS. “Yo os bautizo con agua” pero este bautismo es
una figura del Bautismo de Jesús en el Espíritu Santo que provoca en nosotros
la verdadera conversión del corazón. Ser de Jesús, para ser entrega a los
empobrecidos. Ante Él, ante Jesús, el Mesías “no soy digno de desatarle la
sandalia” Se habla aquí del Bautismo en el Espíritu Santo con su fuego que nos
recuerda aquel grito de Jesús; “He venido a traer fuego a la tierra y ojalá
estuviera ya ardiendo. El Espíritu Santo es el fuego del Amor
de Dios en nosotros, que viene a que arda una humanidad que muere
de frío y soledad.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
No hay comentarios:
Publicar un comentario