«CONTIGO HABLO, NIÑA, LEVÁNTATE»
Jesús sigue recorriendo los caminos,
haciendo el bien y sembrando de vida y esperanza lugares de tristeza y muerte.
El jefe de
la sinagoga, Jairo, se acerca a Jesús a pedirle que cure a su niña, que está en
las últimas. A Jesús le conmueve siempre el Corazón, el sufrimiento. Ante un
padre de familia la ternura de Jesús se desborda en comprensión, en no parar
hasta llevarle el consuelo que brota de su Corazón de oro.
Al caminar
hacia la niña que está muriéndose se encuentra con otro episodio de compasión,
de ternura, de cercanía hacia los que sufren.
Aún en
medio de una multitud que le apretuja descubre que alguien le “ha tocado” con
fe y con deseo de ser curada. El Señor sabe distinguir entre la cercanía que se
tiene a veces cuando estamos con mucha gente, como cuando vamos en el autobús,
o la cercanía del corazón, cuando alguien se acerca y busca en nosotros la
sanación, la curación de tantas enfermedades que desangran el corazón. Sólo por
tocar su manto con fe queda curada aquella mujer buscadora de sanación, de
ternura, de ser reconciliada en el Amor. Aquí alaba la fe de aquella mujer que
con este gesto de tocarle con fe es capaz de conmover el Corazón de Cristo.
Cuando
llega a la casa de Jairo y le anuncian que la niña ha muerto, también a Jesús
le puede la fe de aquel hombre y la fe hace siempre milagros. El Señor no
quiere nunca que nos quedemos en todas las experiencias de muerte, ante el
dolor, la enfermedad, el pecado…Siempre nos lleva a que nos abramos a la
Misericordia que es siempre vida. Siempre que nos cerramos al Amor de Dios, es
muerte; cuando nos abrimos a su Misericordia, recuperamos la vida y se dan en
nosotros signos de vida y resurrección como se refleja en este pasaje del Evangelio.
Donde se abre el Amor de Dios, se vence toda la oscuridad de dolor, de
enfermedad, de muerte, y se vive en quien dijo que Él era “la resurrección y la
vida”.
Detrás de cada experiencia de dolor y
muerte, el Señor nos coge de la mano y nos dice como a aquella niña:
“levántate” ¿De qué nos tenemos nosotros que levantar?
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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