«TODO EL
MUNDO TE BUSCA»
A
Jesús le lleva el Corazón a la intimidad con el Padre y a curar a los que
sufren en su cuerpo y en su alma. A
la vida de Jesús le mueve el amor que, unido al Padre fuente de Amor, le impulsa
a curar, a ir a las aldeas, a las periferias, las físicas y las existenciales,
de las que habla tanto el Papa Francisco, para llevarles la Buena Noticia de la
salvación y la alegría.
Primero,
cura a la suegra de Pedro.
Lo hace con la ternura y el amor con que siempre el Señor cuida y sostiene a la
mujer para que recupere la alegría de servir, de hospedar, de acoger que por la
fiebre no podía hacerlo. El Señor siempre nos cura para servir y para amar. Su
sanación es total.
Jesús
la restablece en su dignidad y la lleva a vivir en medio de su pueblo con la
sabiduría de un amor que se hace entrega, hospitalidad y servicio. El ansia de
curar, el deseo de devolverle una vida saludable es el estilo del Señor de la
vida.
Vuelve a la oración, al descampado, a la
soledad de contemplar el lago que está pegando a la casa de
Pedro. Se une al Padre para vivir unido al que sufre. Por eso su oración no es huida sino encuentro que le
lleva a encontrarse y curar a los enfermos que le traen de las aldeas.
La
oración es siempre intimidad fecunda con el Padre que nos lanza a vivir
entregando la vida a los enfermos y a los que viven inmersos en todo tipo de
dolor y sufrimiento, que se traduce en la incapacidad de llevar una vida con
dignidad.
La vida pública de Jesús, el Jesús
caminante, que atraviesa aldeas, que recorre rincones, que se acerca al lago, a
donde vive la gente, a curar a los enfermos, nos recuerda que su vida como la
nuestra puede cambiar de lugar, de paisaje, pero nunca de un corazón que se
entrega en todas las circunstancias de la vida.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres
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