«QUIERO: QUEDA LIMPIO»
El
Señor buscó tanto curar y limpiar a los que estaban agobiados bajo el peso de
la enfermedad del pecado, como de todo tipo
de lepra. Sin embargo, el Señor nunca buscó la fama, se ocultó, quiso vivir
siempre en la sencillez. Ni siquiera utilizó su poder de curar ni su fama para
su propio provecho. Hace el bien desde
la sencillez, desde la humildad y mansedumbre del corazón. Quería que le buscasen por sí mismo, por su Amor
incondicional más que por ser taumaturgo famoso porque hacía prodigios. Su Amor
siempre dejaba libre el corazón para aceptarlo o rechazarlo. No imponía nada. Ese es el estilo de
Jesús que, incluso cuando cura,
pregunta si quiere quedar limpio. Es un amor ofrecido incondicionalmente para
dejar siempre abierta la puerta de la libertad del corazón humano.
Señor, ¿cómo no va a querer quedar limpio
de la lepra? Jesús propone, no impone. Incluso sus grandes dones, sus
maravillas, las ofrece en la libertad de ser o no ser acogidas.
Quizás,
ahora entendemos por qué el cambio de nuestra vida es tan lento, porque el
Señor respeta nuestra libertad y tiene una gran paciencia con nosotros.
Su autoridad
le lleva a que lo que dice se cumple, por eso “quedó limpio”. Su Palabra
siempre es eficaz. Cuando nos ponemos en sus manos, con una infinita confianza,
el Señor siempre cumple sus promesas y nos llena el corazón de la alegría de
una limpieza y sanación a fondo. La pena es que muchas veces no somos
conscientes de su obra en nosotros y seguimos viviendo como enfermos aunque nos
haya sanado.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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