"Juntos como
Iglesia, a las puertas del Adviento"
Mi querido amigo, fiel discípulo del
Señor:
[…]
Quiero recordarte que el pasado día 19 celebramos por primera vez la I Jornada
Mundial de los Pobres por iniciativa del Santo Padre. Han sido muchos los
gestos realizados en favor de los necesitados, pero, sobre todo, ha ayudado a
crear una conciencia mayor de nuestra frecuente indiferencia que permite el
conocido “descarte” de los pobres. Esta conciencia eclesial nos hace más
sensibles para actuar a su favor, no sólo compartiendo mejor nuestros bienes,
sino también acercándonos personalmente a los que sufren necesidad. Hacer el
bien nos hace bien, y hacer misericordia nos hace misericordiosos y humaniza la
sociedad. Esperemos que con campañas como ésta cambie profundamente nuestra
sensibilidad y adquiramos cada vez más una conciencia cristiana más dispuesta a
la comunicación cristiana de bienes y al trabajo necesario para llevar a la
práctica la Doctrina Social de la iglesia que nace del evangelio para
transformar la sociedad según los criterios del Señor.
[…] Con la Solemnidad de Jesucristo Rey
del Universo culmina el año litúrgico y nos
disponemos a entrar en el tiempo que prepara la celebración del Nacimiento de
Jesús, la Navidad. Este tiempo de Adviento, de profunda
alegría y esperanza, nos pide poner los medios para vivir con fe lo que la
sociedad de consumo y secularizada ha trivializado. Me permito, por esto,
recomendarte que lo vivas con intensidad. La cultura cristiana ha ideado
bonitas costumbres fáciles de secundar: la corona y el calendario de Adviento,
las felicitaciones deseando el gozo de las fiestas, poner los adornos, y,
especialmente el árbol y el belén de Navidad. (En la página web de la diócesis
encontrarás algunas ayudas que te puedes descargar). Estas tradiciones expresan
sencillamente nuestra fe más honda y la familiaridad de Dios hecho hombre que
entra en nuestras vidas. Lo más importante
con todo ello, sin duda, es vivir
la liturgia dominical y la devoción a la Virgen María que hacen crecer nuestra
esperanza. ¡Animo! ¡Que no te de pereza decorar la casa y entrar desde el
comienzo del adviento en la tensión de la espera del Señor!
Al hombre se lo reconoce por sus esperas:
nuestra «estatura» moral y espiritual se puede medir por lo que esperamos, por
aquello en lo que esperamos. La esperanza cristiana nace de la presencia del
amor de Dios en nuestras vidas. Fundamentada en Cristo, no es un espejismo,
sino que, como dice la Carta a los Hebreos, “en ella tenemos como un ancla de
nuestra alma” (Hb 6, 19),
un ancla que penetra en el cielo, donde Cristo nos ha precedido. “Cristo, mi
esperanza”, significa que cada deseo mío de bien encuentra en Él una
posibilidad real: con Él puedo esperar que mi vida sea buena y sea plena,
eterna, porque es Dios mismo quien se ha hecho cercano hasta entrar en nuestra
humanidad. Quien cree en Dios-Amor lleva en sí una esperanza invencible, como
una lámpara para atravesar la noche más allá de la muerte, y llegar a la gran
fiesta de la vida.
Espero que nos veamos pronto. Entretanto
te envío algún texto que te ayude a meditar y orar. Acuérdate de pedir por los
sacerdotes, que durante esta última semana de noviembre tendrán el retiro de
Adviento. Y no dejes de orar para que el Señor nos conceda la lluvia necesaria
y, sobre todo, la paz, la concordia y la unidad en España, seriamente amenazada
en nuestros días. Gracias.
Cuenta
con mi afecto y bendición.
+ Rafael, Obispo de Cádiz y Ceuta
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