«AQUÍ ESTÁ LA ESCLAVA DEL SEÑOR; HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU
PALABRA»
Ella, la Virgen Madre “le esperó con
inefable amor” materno. No quiso, el Señor del universo y de la historia,
renunciar al gozo de ser acunado en la noche de Belén y en Nazaret, por una
Madre que dijo “SÏ” sin condiciones a Aquel, que enviado de parte de un Dios
Padre enamorado de la doncella de Nazaret, le pedía permiso para ser puerta de
entrada del Redentor en el mundo.
En este domingo, María se convierte en
aquella mujer que tiene en su seno la esperanza deseada y que nos invita a esperarlo en la
noche de la fe, en la alegría de que es siempre puntual a
la cita, aunque se haga esperar y que nos pide tres actitudes del corazón.
La
alegría de
saber, ésta es la primera señal de autenticidad, de que estamos en la voluntad
de Dios, porque ni el enemigo, ni el mundo saben proporcionarnos alegría de
verdad. Como mucho la disfrazan, pero no saben darla en plenitud. La alegría es
“la prueba del algodón” de que Dios está presente en nuestras vidas.
Hay
una segunda llamada a no
tener miedo; “No temas, María” porque has hallado
gracia delante de Dios. El miedo no debe ser nunca la tierra que pisamos los
cristianos. Es la confianza en un Dios enamorado, el que nos lleva a vivir en
la esperanza cierta de que el Señor cumple sus promesas. El miedo, aunque es
humano, acaba haciéndose inhumano y tremendamente triste. Sólo la confianza nos
hace recobrar la alegría de verdad. Podemos sentir miedo, el mismo Jesús lo
experimentó, pero hay que atravesarlo, no quedarse en él, pues “sabemos de
quien nos hemos fiado”.
Por último se nos invita a creer en el Dios de lo imposible. El
único Dios que existe y puede existir, el Dios de lo imposible.
En el que creyó María y la Iglesia que sabe que después de todas las noches
viene galopando el Amor y que se alegra con que
Dios ame tanto nuestra pobreza y que se enamore de Aquella que dijo “El
Señor ha mirado la humillación de su esclava”.
Esperemos
al Redentor, como María, “con amor materno” y no dejemos nunca de abrir nuestro
corazón al que viene en la noche para iluminar todas nuestras oscuridades con
la Luz de un amor asombroso.
Ya tocamos la Navidad, ya se divisa el
portal de Belén
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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