«PAZ A VOSOTROS»
Tomás
es el apóstol que siempre está en crisis, que siempre tiene dificultad para
aceptar la autoridad y no está donde tiene que estar ¿dónde estaba Tomás cuando
Jesús se aparece y se pone en medio de la comunidad?
El
saludo de Jesús es: “Paz a vosotros”. Cristo Resucitado, vencedor en mil
batallas, es nuestra Paz, es la alegría
de saber que detrás de la noche y de la muerte viene galopando la Aurora y la
Vida.
Tomás va a poner como condición para
creer Tocar. Es decir comprobar,
tener una experiencia tumbativa de que es Él. Quiere
tener la fe del teólogo que
busca entender y que sabe que la fe es un misterio, pero
“razonable”. Por
eso exige Tocar, comprobar. No es fácil el aceptar que un muerto resucite así
como así. Es curioso que Jesús acepta el
deseo de tocar el costado, el que entre en su corazón, el que compruebe que
allí hubo una lanzada y, sobre todo, que sigue abierto el costado de Cristo.
Tanto es así que cae de rodillas y dice la mayor declaración de fe de toda la Biblia
en la divinidad de Jesús Resucitado: “Señor
mío y Dios mío”. Su búsqueda de certeza descubre y
se hace evidente al ponerse humildemente de rodillas ante el Corazón abierto de Cristo.
Probablemente,
Tomás hubiera pedido a Jesús, por su individualismo que le hace siempre estar
en crisis con la comunidad, que el Resucitado se le hubiese aparecido sólo a Él
y en un rincón del cenáculo. Sin embargo, aquí sí que Jesús no cedió ni un
ápice, se presentó resucitado, pero en medio de la Iglesia, de la comunidad
para hacernos descubrir que vive y lanzarnos a contárselo al mundo.
Cuando
se vive a Jesús en medio de la comunidad y se toca su Corazón de rodillas como
signo de una profunda humildad y adoración, entonces se estrena el gozo de la
vida nueva con el Resucitado.
Santo Tomás, un hombre bueno y preparado,
sin embargo siempre es jarrón de agua fría para la comunidad. Estas personas,
como Tomás suelen estar frecuentemente en nuestras comunidades, parroquias, asociaciones,
ámbitos diocesanos y suelen siempre, para creer, exigir el tocar, es decir el comprobar, es como si quisieran decirnos que
ellos son de distinta pasta y se instalan en la queja o en la crisis abierta
con los que mandan, con los que tienen autoridad y exigen, a veces, pruebas a
las que sólo se llega cuando humildemente nos ponemos de rodillas delante del
Misterio y adoramos.
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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