«CONVERTÍOS, ESTÁ CERCA EL REINO DE
LOS CIELOS»
El
Evangelio eclesial de Mateo nos presenta a Jesús que se retira y vive en
Cafarnaún, junto al lago de Tiberiades. Una de las diez ciudades que circundan
el lago y que se denominan la Decápolis. Allí, Jesús vive una vida
verdaderamente humana. Con sus ojos de misericordia realiza muchos milagros y
prodigios: cura a la suegra de Pedro, al paralítico, a los enfermos les
devuelve la salud Es totalmente humano
y totalmente divino, y se compadece de todos, de los que viven como ovejas sin
pastor. Sus ojos contemplan con misericordia la vida de la gente.
Su llamada es a la conversión porque está cerca el Reino de Dios. Jesús se identifica con el Reino, que tiene las Bienaventuranzas como ley y el corazón ilimitadamente bueno como el de Jesús, como fin. ¿Acaso la conversión, la santidad, no es vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo? Y ¿acaso los sentimientos del Corazón de Cristo no están expresados en las Bienaventuranzas, en ser felices con un corazón pobre, humilde, limpio, misericordioso, manso…?
Su llamada es a la conversión porque está cerca el Reino de Dios. Jesús se identifica con el Reino, que tiene las Bienaventuranzas como ley y el corazón ilimitadamente bueno como el de Jesús, como fin. ¿Acaso la conversión, la santidad, no es vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo? Y ¿acaso los sentimientos del Corazón de Cristo no están expresados en las Bienaventuranzas, en ser felices con un corazón pobre, humilde, limpio, misericordioso, manso…?
Cafarnaún
expresa las entrañas misericordiosas del Señor. En la sinagoga del pueblo tuvo
lugar, como narra San Juan 6, el discurso del pan de vida. Jesús, Vivo en la
Eucaristía nos recuerda, en Cafarnaún, que es el Pan de Vida y que el que come
de este Pan vivirá para siempre. También nos dice que no fue Moisés el que nos
dio el maná sino que el verdadero pan del cielo, el maná que nunca se agota, es
su Cuerpo y su Sangre derramada para la vida del mundo.
Volvamos
a vivir la conversión del corazón. La alegría de ser testigos de su
Misericordia y allí donde el Señor nos muestra sus ojos misericordiosos,
dándonos el Pan de Vida y la compasión por los pobres. Vivir siempre en la
alegría del Evangelio que se hace presente en todos los que sufren.
Isaías habla de un siervo de dolores,
misericordioso y humilde de corazón. Aquí, en Cafarnaún, el hogar del lago, la
casa del amigo, donde vive Jesús se cumple el hacerse hermano de los hombres
caminantes, con ojos de misericordia.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres
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