Aprendamos a ser familia
Hace treinta y seis años
que comenzó a celebrarse en nuestra diócesis la Semana de la Familia. Una
intuición certera puso la mirada de la comunidad cristiana en un asunto crucial
para la vida de las personas y para la comunicación de la fe. Hoy, muchos años
después, podemos apreciar que la crisis de la familia toca lo más profundo de
la persona, pues todo hombre y toda mujer buscan ser amados para siempre. La
fragilidad de las relaciones familiares y las nuevas formas de convivencia
transforman profundamente la vida social, pero también influyen en la manera de
vivir la fe y transmitirla a los demás. El Papa ha convocado un Sínodo
extraordinario de los Obispos en Roma que acaba de cerrar su primera fase, pero
concluirá el año próximo. Queda claro que la Iglesia responde a la crisis de la
familia. Quiere hacerlo, o, mejor dicho, queremos responder con nuestras
fuerzas y colaboración diocesana desarrollando una pastoral familiar en las
parroquias, asociaciones y movimientos, en la Delegación de Familia, donde
aprendamos a ser familia. En ella está la esperanza de superación de esa crisis
cultural profunda, porque, si vive bien, nos enseña a convivir en la diferencia
y a pertenecer a otros. Este renovado deseo de familia, donde los padres
transmiten la fe a sus hijos, nos hace ver una nueva primavera para la familia
y para toda la sociedad, porque se trata de nuestro horizonte existencial.
La belleza del amor matrimonial y familiar
se transmite desde la infancia, en el posterior noviazgo, en la vida conyugal,
en la vejez... Pero nos queda mucho por hacer si lo queremos expresar con autenticidad
y convicción. La SEMANA DE LA FAMILIA abre la puerta a lo bueno, a la riqueza
de la relación, a la fuerza de la oración, a la conciencia y a la experiencia
de la preparación para los novios, a un amor renovado para los esposos, y para
ayudar en los Centros de Orientación Familiar (COF) a las familias que sufren
por cualquier dificultad. La identidad y la misión de la familia, su vocación y
cometido condiciona el futuro de la humanidad y la nueva evangelización. De
nuevo los santos renuevan la faz de la tierra.
+ Rafael Zornoza, Obispo
de Cádiz y Ceuta
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