Oración, ayuno y limosna para
abrirnos al amor de Dios
Tres
son las “medicinas del alma”
y condiciones de este proceso penitencial cuaresmal que nos mostró Jesús en su
predicación (cf. Mt 6,1-18). En primer
lugar, la oración, que es diálogo filial con
el Padre. No significa exclusivamente recitar plegarias,
debe ser sobre todo silencio y recogimiento que nos ilumina para afrontar los
desafíos de la superficialidad y tomar las decisiones justas en nuestras vidas.
En segundo lugar, el ayuno como una vía de
privación que nos hace comprender a los pobres y desprendernos del afán de consumir.
Quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y
compartido. Finalmente, la limosna, que es un ejercicio de la
caridad en su sentido más noble: nos da la mirada y los gestos de amor hacia el
hombre herido para dejar lo que nos sobra y ejercitar la caridad ayudando a los
necesitados. Se trata de compartir lo que tenemos con quien tiene menos, que
hoy son tantos, descubrir a los pobres y a los que se encuentran en condiciones
de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia. […] Recordemos
siempre que este itinerario ya está bajo la luz de la Resurrección,
que nos hace otear en el horizonte la victoria de Cristo sobre el pecado y la
muerte, y anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea
seguir a Cristo.
Itinerario cuaresmal
(Antes de oír el audio deje pasar el Himno inserto al blog)
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