«MIS OJOS HAN VISTO AL SALVADOR, PRESENTADO
ANTE LOS PUEBLOS»
En este año,
marcado por la pandemia de la COVID-19,
esta celebración de Navidad nos orienta a situar dignamente en el
seno familiar a los miembros más vulnerables; nos propone centrar
nuestra mirada en los “ancianos, tesoro de la Iglesia y de la
sociedad”... En realidad, la afirmación de este lema no se puede
hacer sin reconocer, que en la práctica, no siempre se cumple ese
reconocimiento social y eclesial de los ancianos. Quizás nadie se atreva a
manifestarlo en público; sin embargo, en las decisiones políticas y en la
práctica cotidiana, sobre todo de la vida familiar, no es tan exacto que los
ancianos sean considerados un tesoro[...]
La Iglesia, por su parte, ha
de acompañar a los ancianos, sea cual sea su situación,
con una tención pastoral adecuada a su situación de fe. De un modo especial, ha
de
reconocer su papel imprescindible en la misión de la Iglesia,
sabiéndoles situar como el catequista natural que son. Eso
significa que se les ha de ayudar a ponerse al servicio de la comunidad
cristiana. No se puede olvidar que los ancianos son custodios y
transmisores de la fe, que trasmiten a las más jóvenes generaciones el sentido
de la vida, el valor de la tradición y el de ciertas prácticas religiosos y
culturales…
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Amadeo Rodríguez - Obispo de Jaén
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