«DONDE ESTÁ VUESTRO TESORO ALLÍ
ESTARÁ TAMBIÉN VUESTRO CORAZÓN»
La confianza en Dios es la llave de la
puerta de la entrada en la santidad. No llegamos y muchas veces nos quedamos
anclados en la orilla y no nos adentramos mar adentro hacia horizontes
infinitos.
Jesús conoce el corazón humano. Sabe de
sus dudas y fracasos. De sus búsquedas. De tesoros perdidos y malogrados. De
noches sin sentido. No llegamos porque no confiamos en el Señor y no confiamos
porque no tratamos de amistad con quien sabemos que nos ama.
Confiar no significa querer que te toque
la lotería sin comprar el décimo, pero si significa que el día que conocimos el
Amor de su Corazón abierto nos tocó la lotería. Es necesario leer la Palabra de
Dios y saborearla para descubrir al final que al que mucho se le confió, mucho
se le exigirá… sobre todo saber que siempre tenemos por parte del Señor, todos
los ingredientes para la “paella”, solo se nos pide la confianza de saber de su
Amor más que de nuestras pobrezas y hundimientos.
Mirarle a Él en la vida de oración y en la
vida sacramental es volver al amor primero, el amor de la confianza que nos
lleva a saber de quién me he fiado con la persuasión de que llevará a buen
término la obra que empezó en mí.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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