«YO SOY EL PAN DE VIDA…»
Seguimos con el discurso del pan de vida en
Cafarnaúm. La casa donde Jesús pasaba tiempo cuando estaba en el entorno del
lago, en la Decápolis, las diez ciudades que están rodeando el lago de Tiberíades.
Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm va a exponer su discurso sobre el pan de
vida, sobre la Eucaristía, que reflejará siempre, por una parte, que nos habla
verdaderamente el Señor lo que es la Eucaristía, como el pan vivo bajado del
cielo, y por otra parte, lo duro que será siempre aceptar en el corazón humano
el misterio de la fe, de su Cuerpo y su Sangre entregados y derramados por
Amor. Las palabras se quedan cortas.
Ante
la dificultad que le ponen a Jesús va a subrayar el Señor la primera base de lo que significa la
Eucaristía, que ya
estaba prefigurada en el maná que comen los israelitas
en el desierto. Ahora,
la figura del maná,
Jesús la utiliza para hablar del verdadero alimento, el pan de vida que es Él, y dice que no fue Moisés quien nos dio el
maná, sino su Padre del Cielo,
como ahora os da el verdadero pan del cielo que es mi Cuerpo y mi Sangre
entregada por Amor.
Jesús,
sin titubeos, aunque le va a costar que muchos le dejen, va a hablar claro de
que es Él, el verdadero pan
del cielo.
Tienen que comer y beber, su Cuerpo y su Sangre, para que tengan vida
abundante, vida eterna. Este subrayado del discurso del pan de vida es muy
claro. Hay que comer su Cuerpo y beber su Sangre para vivir. Decía Messoti, en
uno de sus famosos libros, que es impensable para un judío que se le ofreciese
beber su sangre. O estaba loco o no sabía lo que era la revelación y la
práctica judía, donde la sangre, expresión de la vida no se podrá beber, porque
sólo Dios es quien da la vida.
Por
tanto, Jesús hablaba de comer y beber su carne y su sangre
con tanta claridad que utiliza la palabra griega “sarx” (σὰρξ)
que es
preferida de San Juan y que tiene mucho interés en subrayarlo en todo su
Evangelio al hablar de la encarnación del Verbo, de que Jesús se hizo “carne”.
Por tanto, está Jesús explicando el misterio de la fe que es la Eucaristía y,
por otra parte, nos dice que Él es el maná, el alimento y que es Él el enviado
del Padre, no como Moisés y el maná que murieron porque el que come su carne y
bebe su sangre vive para siempre. Es la vida entregada de Jesús para que
tengamos vida y la tengamos en abundancia.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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