«QUIEN PERMANECE EN MÍ Y YO EN ÉL, DA FRUTO ABUNDANTE»
La
santidad es el fruto de estar unidos a Cristo Resucitado, como la vid al
sarmiento.
No existe fruto alguno donde no se da la unión con Cristo que nos lleva a vivir
“con los sentimientos de su Corazón que vive y Resucitado se entrega por amor.
Seguimos viviendo la Pascua, la nueva vida con Cristo
Resucitado, esta nueva vida que es la santidad, exigencia amorosa de nuestro
Bautismo. Nos podemos preguntar una y otra vez cuando va avanzando la cincuentena
pascual ¿Cuáles son los
signos de que estamos viviendo la nueva vida resucitada?
1. EL FRUTO DE LA SANTIDAD. Cuando
el Señor toma posesión de nuestra vida, de nuestro corazón, de nuestros afectos
nos lleva a una vida nueva que se va transformando para dar frutos de caridad
siempre sabiendo que si no estamos unidos al Señor como la vid al sarmiento los
frutos son escasos y sin presente y futuro.
2. PERMANECER EN SU AMOR.
Es
otro gran signo de la nueva vida resucitada con Cristo. No consiste sólo en
instantes, en momentos, es permanecer en un amor que da frutos abundantes. Es
preciso una y otra vez recordar el Amor de Dios que nos lleva a entregar la
vida por amor. ¿Qué es permanecer en su Amor? Es vivir la vida de la gracia, el
cumplimiento de los mandamientos y sobre todo el abrirse al asombro de un amor
que es siempre nuevo y nos desborda.
3. CENTRALIDAD DE CRISTO.
Mientras
no se dé en nosotros el poder a Cristo en el centro de nuestro corazón y
afectos y esto lleva consigo “el olvido de sí”, no será claro que se viva la
nueva vida resucitada, la unión con Dios. La santidad es siempre a lo que el
Señor nos llama para vivir entregando la vida por amor a los más necesitados y
a los que viven en todas las periferias y en todas las encrucijadas de la v
ida. Este es el fruto abundante de vivir unidos al Amor de Cristo
+Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres
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