PARA
VIVIR CON FE LA EUCARISTÍA (I)
Silencio
- El silencio es un poder. Sin él es muy difícil escuchar. Nuestras eucaristías son deficitarias en silencio. Parece como si nos violentásemos por el simple hecho de estar unos segundos sin decir nada.
- El silencio es el ruido de la oración.
- El silencio, después de la homilía, es interpelación.
- El silencio, después de la comunión, es gratitud al Dios por tanto que nos ha dado.
- En el silencio se llena todo de nuestras intenciones personales, peticiones o deseos.
- La música o el canto, los símbolos y otras cosas secundarias, nunca pueden ser una especie de tapagujeros que hagan más “digerible” la eucaristía. El silencio no es ausencia de…., es cultivar un lugar para que Dios nazca o hable.
Contemplación
La
Eucaristía se hace más sabrosa cuando se la contempla. En el horizonte inmenso
todo parece igual, pero cuando los ojos quedan fijos en él, surgen detalles que
a simple vista parecían no existir.
Con
la Eucaristía ocurre lo mismo. Es un paisaje que puede parecer todos los días
igual. Sentarse, relajarse, olvidarse de lo que rodea lleva al alma
contemplativa, a la persona contemplativa a vivir una serie de sensaciones que es la presencia
escondida de Dios.
Yendo ellos de camino, entró en un pueblo;
y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana
llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,
mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose dijo: “Señor,
¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile que me ayude”.
Le respondió el Señor: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas
cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la
parte buena, que no le será quitada”. (Lucas 10, 38-42).
Oración
La
oración y la eucaristía van de la mano como la cerradura se acciona con la
llave. La eucaristía, el diálogo con Jesús se hace más fecundo después de haber
escuchado la Palabra de Dios. Para que la Eucaristía resulte vibrante, no es
cuestión de recurrir a la ayuda puntual del ritmo maraquero o guitarrero. En el
diálogo de las personas está el crecimiento personal y comunitario. En la
oración reside uno de los potenciales más grandes para entender,
comprender y vivir intensamente la Eucaristía.
“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que
son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse
ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando
quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido;
Tu Padre que ve lo escondido te recompensará” (Mt. 6, 5-6).
Javier
Leoz
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