OBJETIVOS
1. Orar por los que entregan generosamente
su vida a la oración diariamente: las personas consagradas en la vida
contemplativa.
2. Expresar el reconocimiento, estima
y gratitud por lo que estos hermanos y hermanas nuestras
representan en la Iglesia y en nuestra sociedad, agradeciendo a Dios –dador de
todo don– el rico patrimonio espiritual de los Institutos de vida enteramente
contemplativa.
3. Dar a conocer la vocación
específicamente contemplativa, tan actual y tan
necesaria en la Iglesia y para el mundo, promoviendo iniciativas dirigidas a
incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa en las Iglesias
particulares, dando ocasión a los fieles –donde sea posible– de la
participación en las celebraciones litúrgicas de algún monasterio,
salvaguardando, en todo caso, las características propias de la clausura.
PRESENTACIÓN
Terminada
la cincuentena pascual, tras la recepción del Espíritu Santo en Pentecostés,
celebramos la solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, el domingo 11 de
junio. «El misterio de la
Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de
Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es
la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la
jerarquía de las verdades de fe. Toda la historia de la salvación no es otra
cosa que la historia del camino y
los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une
consigo» En
el Domingo de la Trinidad la Iglesia católica que peregrina en España celebra
la Jornada Pro orantibus, para rezar por quienes se dedican a la vida
íntegramente contemplativa y que tanto rezan por la Iglesia y por el mundo. Una
jornada eclesial para manifestarles nuestra sincera gratitud por sus vidas
entregadas a la alabanza trinitaria, la ofrenda permanente al Señor y el
ejercicio activo de la caridad según la propia vocación.
El
lema para la Jornada de este año 2017 es Contemplar
el mundo con la mirada de Dios; es una expresión tomada de la nueva
constitución apostólica para la vida contemplativa femenina Vultum Dei quaerere
(29
de junio de 2016), en su n. 10, que nos ha regalado el papa
Francisco. El mismo santo padre nos recuerda cómo debe ser la contemplación al
mundo y a las personas: con la mirada de Dios. ¿Y cuál es esa mirada? ¿Cómo es
la mirada de Dios? El místico carmelita san Juan de la Cruz dice que el mirar de Dios es amar (cf.
Cántico espiritual, comentario a la Canción XXXII); eso significa que Dios siempre mira al
mundo y a cada ser humano desde el amor eterno que hay en las Tres Personas
Divinas. Y
san Agustín nos recuerda que el Padre es el eterno amante, el Hijo es el eterno
amado, y el Espíritu es el amor eterno de ambos que ha llegado hasta nosotros (cf.
De Trinitate, Lib. XV, cap. 3, 5) …
Todos
los miembros de la Iglesia estamos unidos a los contemplativos, que interceden
por la humanidad y cooperan en la construcción de un mundo más evangélico. Descubramos la vida contemplativa como
escuela de escucha,
tanto de la voluntad de Dios como de quienes necesitan la luz de Cristo.
Igualmente, descubrámosla como escuela de una «espiritualidad de la
hospitalidad», para contribuir a superar la «cultura del descarte». Escuelas
para enseñar y aprender a «contemplar al mundo con la mirada de Dios». (Francisco,
constitución apostólica Vultum Dei quarere, n. 36. 10) …
El
místico y cardenal Nicolás de Cusa (1401-1464) decía: «¡Qué
admirable tu mirada, oh, Dios de la contemplación, para todos los que la buscan! Con tu mirada,
Señor, das vida a todo espíritu, regocijas a todos, alejas toda tristeza.
¡Mírame, pues, compasivo, y mi alma será salva!»
Aprendamos todos de las personas consagradas
en la vida contemplativa a mirar al Señor, fijando los ojos en Aquel que inicia
y completa nuestra fe (cf. Heb 12, 2):
Jesús, el Redentor del mundo.
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