«PAZ A VOSOTROS… RECIBID EL ESPÍRITU SANTO»
La Fiesta de la Cosecha, de Pentecostés es
fiesta judía, Jesús le ha dado su pleno significado, porque el fruto de su Amor
resucitado es Pentecostés, es el Espíritu Santo, “Señor y Dador de Vida”.
Pentecostés está inserto en el Cenáculo,
porque no hay evangelización auténtica si no existe una profunda intimidad y
relación con el Corazón del Señor resucitado.
El fruto es el Espíritu Santo que da la
vida nueva resucitada y que nos convoca al Cenáculo. En la Escuela del Cenáculo
se vive la Eucaristía, el amor a la Iglesia, María, los apóstoles, Pedro, el
servicio a los pobres. Es vivir entregando la vida por amor y sembrando los
caminos del mundo del gozo que predica Pentecostés que nos habla de amor
entregado, del bautismo, de Cristo, muerto y resucitado, de hacer discípulos,
de caminar junto a la humanidad, que cuanto más se aleja de Jesús, pierde el
norte.
Es necesario volver al aire del Espíritu,
del Cenáculo, para salir transformados en una vida nueva que nos lleva a
evangelizar. Entrar en el Cenáculo para ser una Iglesia en salida hacia las
periferias.
Decía san Juan Pablo II que la Iglesia
tiene que estar en un permanente Cenáculo de intimidad con Cristo y un
permanente Pentecostés que nos lleve a salir por los caminos con el mantel de
la Eucaristía y con el ofrecimiento humilde de la Redención a toda la
humanidad. Oración y vida para entregarse a los planes del Señor.
Es necesario
volver, una y otra vez, a la alegría y al gozo de quien ha conocido el Amor de
Jesús en el Cenáculo, en la Eucaristía, en el amor fraterno, en el servicio, en
el lavatorio de los pies y abre su corazón y su gozo a la esperanza cierta de
quien quiere vivir en la verdadera conversión de los sentimientos de Cristo.
Vivir un nuevo Pentecostés que nos conduce a una nueva etapa evangelizadora y a
sembrar los caminos de la alegría del Resucitado.
+Francisco
Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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