Queridos
hermanos, fieles diocesanos: Celebraremos el 13 de mayo de 2017 el primer centenario de las apariciones de
la Virgen de Fátima. Allí se
apareció a tres pastorcillos rodeada de signos portentosos y
grandes milagros.
Quiso
Dios proteger a su pueblo con la visita de la Virgen María que ofrecía consuelo
y protección para el mundo afligido, y mostrar el camino de recuperación de la
paz a través de la intercesión sencilla de la oración, del rosario y de la
penitencia.
El
santuario de Fátima, en Portugal, ha sido y sigue siendo un lugar de
revitalización de la fe, como lo demuestra la continua afluencia de peregrinos
–también de nuestra diócesis—que con constante periodicidad la visitan, y el fervor
con que se acoge su imagen allí donde tiene culto. También la Imagen de la Virgen Peregrina se ha acercado a las ciudades, pueblos y
parroquias, una a una, reconfortando con su presencia a los fieles, concediendo
grandes gracias y estimulando la santidad.
El acontecimiento de Fátima ha supuesto un acompañamiento
de la Virgen, nuestra Madre Santísima, al pueblo cristiano, a la
Iglesia entera,
y un fuerte replanteamiento de muchas posturas agnósticas y descreídas en las
que había hecho mella el ateísmo práctico o el llamado “científico”. Su
presencia ha sido un gran consuelo para caminar superando las mayores
tentaciones. Espero que también ahora, en este centenario, acudir a María sea
una fuente de renovación de la fe y cauce de numerosas gracias.
La
presencia de esta amorosa Madre, acogedora de todos y protectora de los más débiles
y desgarrados, asequible a cualquiera con fe, ha calado fuertemente en
esta sociedad huérfana, desolada primero por guerras y divisiones, y después
por la dictadura del relativismo que intenta anular la presencia de los padres,
y desfigura a la familia hasta anularla
de hecho y hacerla desconocida para muchos que ya no conocerán lo que supone
la paternidad, la maternidad ni la fraternidad, y que con grandes dificultades
podrán hallar en el amor la plenitud de su vida.
Con
motivo del Centenario de las Aparicione sel Santo Padre el Papa Francisco acudirá a visitar el
santuario de la Virgen como peregrino
para participar en el centenario de las apariciones los próximos 12 y 13 de mayo
y a presidir este acontecimiento que ha marcado el siglo veinte. Allí
canonizará a Francisco y Jacinta Marto, los hermanos pastores que presenciaron
junto con su prima Lucía las apariciones de la Virgen María. Esta noticia era
muy deseada entre los devotos de Fátima. Ha llegado, pues, la esperada canonización
de ambos pastores, quienes junto a la fallecida hermana Lucía, hoy en proceso
de beatificación, fueron protagonistas en 1917 de los sucesos. Yo mismo
asistiré para participar en esta celebración con una peregrinación diocesana de
jóvenes, anunciada por la Delegación de Pastoral Juvenil a la que se unirán
otros grupos parroquiales, además de particulares. Es esta una alegría más que
se suma a las celebraciones del centenario y que revalida aún más la actualidad
de su mensaje.
Las apariciones de la Virgen en Fátima a los tres niños pastorcitos, que tuvieron lugar entre 1916 y 1917, fueron
preparadas por tres apariciones de un Ángel que dispuso a los niños para
recibir a la Virgen más
tarde. Los tres niños portugueses que habían sido testigos de las apariciones
de la Virgen, quien les reveló los llamados tres secretos
de Fátima,
que divulgó Lucía, quien falleció en 2005. El primer secreto era la muerte prematura de dos de los niños,
y el
segundo versaba sobre el final de la Primera Guerra
Mundial, el inicio de la Segunda y el fin del comunismo. La
tercera parte, la que
más especulaciones desató, se conoció el 26 de junio de 2000, tras el viaje de
Juan Pablo II a Fátima el 13 de mayo de 2000, para beatificar a Jacinta y
Francisco. Se predecía el asesinato de un “obispo vestido de blanco” mientras
atravesaba una gran ciudad, en lo que la Iglesia considera una profecía del
atentado sufrido por Juan Pablo II en 1981, cuando fue tiroteado por el
terrorista turco Ali Agca.
A
partir del 13 de mayo la Virgen se les apareció seis veces. Su mensaje, comprensible y sencillo, pide
nuestra colaboración para la conversión delos pecadores a través de la oración
y penitencia.
Pertenece, pues, al núcleo propio más íntimo
del evangelio y de la predicación de Jesús, que ha hecho suyo la Iglesia de todos
los tiempos. Este mensaje tan simple de comprender entonces y hoy está cargado de
trascendencia para que el curso de la historia siga los caminos de Dios y se
aparte de la destrucción fruto del pecado. Sin duda la historia de los pueblos
en el pasado siglo y en el nuestro están llenos de terribles males y de
persecuciones a los cristianos. Pero Dios, siguiendo su estilo habitual, escogió a
unos niños pobres de un lugar desconocido y apartado para confiar la
transmisión de esta invitación que promete grandes frutos y bienes para la paz
del mundo. Dios
sigue contando ahora con los humildes medios de la oración, el sacrificio y la
penitencia y el rezo del Santo Rosario, y con la colaboración de los sencillos,
para librar al mundo de los males actuales.
Invito
a toda la Diócesis de Cádiz y Ceuta a recibir a la Virgen peregrina de Fátima con este motivo a lo largo de este año, y
hasta el 13 de mayo de 2018 en todas las parroquias, colegios, asociaciones o
instituciones que lo soliciten. De este modo tendremos la oportunidad de
renovar nuestra fe junto a la Madre intercesora y colaborar para que la
redención del mundo que Cristo nos ha traído llegue a todos. La presencia de
nuestra Madre, la Virgen de Fátima, nos moverá a escuchar su mensaje de parte
de Dios y a encontrar sustento y consuelo. Estoy convencido de que hará un inmenso bien
a las familias, jóvenes y niños, novios, matrimonios, sacerdotes y consagrados,
que acudan a venerarla.
No hay que olvidar que el objetivo de este
centenario es, en primer lugar, la
renovación de nuestra devoción a la Virgen Santísima, y reconocer –con motivo
del mensaje de Fátima— nuestra necesidad de conversión, siempre unido a la
necesidad de oración y penitencia que acompaña el seguimiento de Cristo, con la
necesaria reparación por nuestros pecados y por los pecados del mundo. Es,
además, una oportunidad inmejorable para asentar la
devoción del Santo Rosario, que
hace tantísimo bien a todos y consigue tantas gracias […]
Hermanos:
Unámonos todos en este empeño y pidamos al Señor que nos conceda los frutos espirituales
que requiere la nueva evangelización de nuestra diócesis.
Recibid todos mi afecto y bendición
+Rafael Zornoza Boy-Obispo de Cádiz y Ceuta
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