«YO SOY EL CAMINO
Y LA VERDAD Y LA VIDA»
El corazón reconciliado y en paz es el
que ha conocido el encuentro con Cristo Resucitado y
le ha hecho vivir en la calma y en el sosiego de quien ha conocido el Amor. Su estancia prometida es vivir en Su
Corazón manso y humilde. Su
Amor vivo nos prepara a vivir en Su Corazón,
como la estancia donde descubrimos con san Agustín que Dios es más íntimo que
nuestra propia intimidad. Nuestra
morada es Su Corazón aquí en la Tierra y que se prolonga eternamente en Su
Corazón Vivo en el Cielo. Muchos
de los que seguimos a Jesús, a veces estamos a por uvas, como Tomás, que
todavía le pregunta a Jesús lo que es tan claro. Sin embargo, la paciencia de
Jesús es nuestra fuerza y su debilidad.
Jesús es el Camino de la Vida verdadera. Es
la Puerta de entrada al Padre (domingo
pasado), es el deseo y la plenitud del corazón humano que,
solo al encontrar la mirada en Él, se convierte en una estancia liberadora.
Felipe, tampoco está muy allá. Cuando le
dice a Jesús que le muestre al Padre y nos basta. La presencia del Señor con
nosotros es infinita como lo es el Amor de Su Corazón. Sin embargo, la pregunta de Felipe nos ayuda, en la
Revelación de la Santísima Trinidad, a descubrir el Dios Uno y Trino. Es curioso que, a veces, nuestras limitaciones y fallos,
vividos con misericordia nos abren a la revelación de Su Amor más profundo. La
unidad del padre con el Hijo que nos habla nos recuerda aquello tan hermoso de
san Agustín: El
Padre es el Amante, el Hijo es el Amado y el Espíritu Santo es el Amor. Tan sencillo y, a
la vez, tan misterioso, como que es el misterio central de nuestra fe que nunca
hubiéramos imaginado si no se nos hubiese revelado en el Corazón de Jesús y con
su sencillez mostrada en este Evangelio.
La
adoración a la Trinidad,
es descubrir con la Resurrección de Cristo, que cuando me dirijo al Padre a
través de la humanidad de Jesús, hace que mi vida sea un ir descubriendo que la
estancia donde habito, donde me encuentro, plenamente vivo, es en la Santísima
Trinidad. Es donde descubro,
una y otra vez, que soy amado donde prolongo ese Amor
en la caridad hacia los que sufren y acojo en su pobreza con misericordia. La Trinidad, con la Humanidad
de Cristo, es
el trampolín a vivir con entrañas de misericordia.
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Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria-Cáceres
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