«YO SOY LA PUERTA: QUIEN ENTRE POR MÍ SE SALVARÁ»
El
Buen Pastor nos convoca a vivir con “los sentimientos de su Corazón” y a entrar
por la puerta de su Costado, de su Corazón para beber del néctar de su Amor.
Aunque la puerta de su corazón, que fue propiciada por la lanzada, es estrecha
sin embargo dentro es inmenso su Amor. Tenemos que esforzarnos por entrar por
la puerta estrecha ya que ancho es el camino de la perdición.
Tres
claves nos marca el Evangelio de Juan en este domingo de las vocaciones, para pedir que
muchos entren por la puerta estrecha y gozosa del seguimiento de Cristo.
Primero,
los que en el aprisco no entran por la puerta, sino que saltan. Se quieren
colar en el redil entrando y como salteadores avasallan a las ovejas. Son
aquellos a los
que no les interesan las ovejas.
No quieren a las ovejas porque sólo las buscan para su propio interés.
Segundo, los asalariados, a los que se les
paga y contrata para que sin graves esfuerzos y sin peligro de sus vidas las
cuiden. Siempre siendo ellos el centro y nunca las ovejas a las que sirven
profesionalmente porque alguno tiene que hacerlo para ganarse la vida. Son algo así como unos “guarda ovejas”, pero nunca pastor.
Jamás se les ve
implicándose,
afectiva y efectivamente, hasta “dar la vida por las ovejas”. No les gusta el “olor a ovejas” sino
el olor a las riquezas, a los beneficios que le proporcionan sus servicios. De
tal manera es así que el asalariado cuando ve venir al lobo, cuando ve que
peligra su vida se da el piro. Es decir no vuelve, no se enfrenta, no las
quiere como algo suyo.
Por
último, está
el Pastor, que entra por la puerta. Es Cristo.
Entra por la puerta porque quiere a las
ovejas. Es su Amo y su servidor. Las cuida y las protege como propiedad
suya.
Cuando entra, todos saben que el silbo del Pastor es la complicidad de las
ovejas, que las llama por su nombre y las cuida de noche y de día porque las lleva
junto a su Corazón y porque las que se perdieron saben el encuentro de su Amor,
que las quiere con locura y que las vuelve al redil no a patadas y vociferando
con brusquedad sino cantándole una canción al oído y susurrando su amor. Entrar por la puerta es señal de que
es el Amo y servidor.
El Pastor que cuida con amor a todas y cada una. Es curioso que Jesús, que le
encanta ser a la vez la Fuente y el sediento, aquí es, a la vez, el Pastor y la
puerta para llegar a las ovejas.
+Francisco Cerro Chaves - Obispo
de Coria-Cáceres
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