JESÚS NOS PROMETE UN DEFENSOR, EL
ESPÍRITU
Comenzamos
la sexta semana de Pascua y la Liturgia de la Iglesia nos va dando señales para
que no caigamos en el desánimo, ni demos lugar a pensar que la victoria de
Cristo sobre la muerte nos ha llevado a la orfandad, al desamparo y a la
soledad. Tranquilidad, serenidad y mucha atención a la Palabra del Señor, donde
se nos está diciendo a gritos que Cristo
ha vuelto a la casa del Padre, pero que no deja huérfanos a los suyos. El
mismo lenguaje que se usa es un signo de la cercanía de Dios para con los
suyos: Aclamad al Señor, cantad y tocad en su honor, ved las obras de sus
manos, venid a escuchar, el Señor no me rechazó, escucha siempre mis
súplicas... En el Evangelio se dice claramente que Jesús permanece con nosotros
por medio del Espíritu, que el "vacío" dejado por la presencia de
Jesús lo llenará el Paráclito de una manera admirable y real. Nos advierte que
esto es incomprensible para el mundo, pero que el que se fía lo reconocerá, porque el Espíritu vive con nosotros y está
con nosotros.
Cada
domingo nos acerca la Iglesia a ver la verdadera realidad centrada en Cristo, pero siempre se nos advierte que no nos
descuidemos, que abramos bien los ojos, porque el poder destructivo del mal
permanece y las tinieblas empañan la vida de muchos. Debemos estar vigilantes, pero
confiados, ya que este es el mensaje de Cristo actualizado, que no tengamos
miedo, que el poder destructivo del mal jamás triunfará; ha sido derrotado por
Jesucristo, su victoria sobre el pecado y la muerte es motivo de esperanza para
nosotros. La esencia de nuestra esperanza, que nos distingue como cristianos,
está en haber descubierto a Cristo. Nuestro Señor es la verdad y una verdad no
impuesta. Esto mismo les recordaba Benedicto XVI a los jóvenes: "Es el
descubrimiento de Alguien que jamás nos traiciona; de Alguien del que siempre
podemos fiarnos. Buscando la verdad llegamos a vivir basados en la fe porque,
en definitiva, la verdad es una persona: Jesucristo". En la Palabra de
Dios leemos con claridad que el Espíritu de la verdad es el que nos ayuda a
aceptar y guardar los mandamientos, que el
Espíritu Santo es nuestro defensor, que
nos protege y nos fortalece en la fe. Él nos anima y empuja a hablar de Jesús
a ser sus testigos a dejar de tener miedo. ¡Cuántas cosas nos quedan por hacer
sabiendo que el Espíritu está con nosotros! ¡Cuántos testigos han abierto
caminos en la selva de la vida! Pablo nos da ejemplo en el coraje para hablar,
cuando nos declara que él no se ha acobardado nunca de decir lo que debía (Ac 20,20). La clave ya sabemos dónde
está: El Espíritu Santo es el que hace descubrir esa seguridad para hablar, es el que te da la "santa
audacia", que permite al apóstol seguir hablando, sin preocuparse de
las dificultades que la franqueza le pueda ocasionar.
Creo que
tenemos motivos sobrados para confiar, así que os encomiendo a la acción del
Espíritu Santo y rezo para que no os falte nunca la confianza. Dios os bendiga.
+ José
Manuel Lorca Planes
Obispo
de Cartagena
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