«HIJO,
RECUERDA QUE RECIBISTE TUS BIENES EN TU VIDA…»
La llamada de Jesús a vivir con los
sentimientos del Corazón de Jesús nos pone enfrente de esta parábola de verdad
y misericordia.
El protagonista es Cristo que mendiga
siempre nuestro amor. El gran mendigo
es siempre el Señor, que sigue hambreando las migajas del corazón humano,
que cuando están saciadas de riquezas, ni siquiera percibe a la persona, y no
se le deja compartir el banquete de los bienes, de la justicia del amor. Dios
mendigo que se identifica con
todos los que viven necesitados de todo lo que
necesita la persona para vivir con dignidad humana y como hijos de Dios. Una
parábola que nos interroga en lo más profunda de nuestra interioridad a los que
seguimos a Cristo y vivimos por nuestro bautismo con el yugo suave de la
evangelización.
Por otra parte Lucas destaca que no vivir
en comunión con los sentimientos del Padre, ni con nuestros hermanos más
necesitados, es vivir en el egoísmo del infierno, de la desesperación, y la
incomunicación. Vivir solo para y desde las riquezas, olvidando a todos los
Lazaros; en el fondo es no vivir en plenitud la caridad que nos introduce en el
cielo. Sartre decía que el infierno son los otros, el evangelio nos recuerda que vamos a ser examinados
en el amor, y los lazaros pobres y mendigo sentados a la mesa del
compartir, deseamos que nos reciban con el Señor en el cielo.
Por ultimo no seremos capaces por nuestras
propias fuerzas de alcanzar misericordia, sino practicamos la Misericordia. Esa
misericordia que es el Corazón del Señor, y nos hace vivir con los sentimientos
de quien caben en sus entrañas todos los empobrecidos, y los lazaros que
mendigan las migajas que caen de la mesa de los Poderosos, y de los que han
cerrado su corazón a todos los necesitados de la vida, en una historia mal
hecha por nuestra parte, y que el Señor por su infinita misericordia, construye
como una historia de amor, cuando no le damos nuestro corazón a las riquezas y
nos cerramos a todos los que como dice el papa Francisco, viven en todas las intemperies
y periferias de una sociedad sin corazón.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de
Coria-Cáceres
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