EL CAMPO DE DIOS
El Evangelio de esta semana está sacado
del capítulo 13 de San Mateo, donde se encuentran las parábolas del Reino de
los cielos. Ya el domingo anterior pudimos escuchar la del sembrador. El Papa
Benedicto XVI, en su libro sobre Jesús de Nazaret, nos dijo que "el
mensaje de Jesús acerca del reino recoge afirmaciones que expresan la escasa
importancia de este reino en la historia: es como un grano de mostaza, la más
pequeña de todas las semillas...". Pero el Señor nos tiene acostumbrados a
una pedagogía muy eficaz para decirnos
cosas importantes utilizando un lenguaje sencillo, como el de las parábolas
del Reino, donde se compara con un tesoro o una perla por cuya adquisición vale
la pena dejarlo todo (Mt 13,44-46). Su mensaje de Buena Noticia sólo se puede acoger y
entender desde la fe. El mismo Jesús nos habla del trigo y de la cizaña, de la
luz y de las tinieblas... Desde los orígenes se invitaba a los cristianos a
estas dos cosas: a vigilar, porque vuestro adversario, el diablo, como león
rugiente, ronda buscando a quién devorar; y a resistir, firmes en la fe... Esto
lo tiene presente el Papa Francisco, cuando nos advierte que en la tarea de la
Nueva Evangelización, el enemigo puede ocupar el espacio del Reino y causar
daño con la cizaña, pero que no tengamos miedo, que es vencido por Dios y por
la bondad del trigo que se manifiesta con el tiempo.
Esta parábola se dirige a una comunidad que ya tiene
experiencia del mal en su seno. Una solución que aparece es la de cortar
por la raíz, pero el amo de la casa rechaza la
propuesta de los criados de arrancar la cizaña con el argumento de que en la
operación también podría salir dañado el trigo. La razón es que no siempre es
posible distinguir con claridad, es posible que algo bueno del hombre
fácilmente se tenga por malo y Jesús lo soluciona dejando «crecer» el mal junto
con el bien y dejando la separación para el final de los tiempos. "A la
comunidad evangelizadora el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde
la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del
trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas", sabe esperar, comenta
el Papa Francisco.
El cristiano que quiere responder a la
llamada del Señor debe optar por ser buen trigo, se debe decidir por amar a
Cristo en la Iglesia y contribuir a hacerla cada vez más signo transparente de
Dios. Uno conoce la fragilidad de la Iglesia con realismo, pero no se
escandaliza, es "campo de Dios" para la salvación del hombre y asume
la dura tarea de purificarla, de hacerla más bella y santa. Hay que sembrar buena semilla y colaborar
activamente en la superación del mal. Hacer incansablemente el bien.
El hermano Roger Schutz, de Taizé,
proponía una tercera vía frente a la inactividad conformista y la violencia
destructora: la violencia de los pacíficos, es decir, la presencia del
cristiano que, libre de todo odio, tenga un efecto edificante y creador. Que su
provocación sea imitar a Cristo y estar lleno de amor encendido y desinteresado
a favor de los demás y que se mantenga en esta "violencia" como forma
permanente de vida.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena
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