¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS USAMOS LOS CRUCIFIJOS?
¿Qué es la
cruz para el católico?
En el Antiguo Testamento y en toda la cultura religiosa antigua, la cruz es tan solo un instrumento de suplicio, sin ninguna connotación salvífica (Gén 40,19; Deut
21,23; ver Gál 3,13). Pero Dios elige la
cruz para que su Hijo Jesucristo muera en ella (Mc 15,1315.24-37; Mt
27,26.31-50; Lc 23,21-23.26.46; Jn 19,15-30) y
mediante su muerte en cruz salve al mundo (Ef 2,16; Col 1,20; Fil 2,8; Heb
12,2; 1 Pe 2,24). A partir de este
misterioso designio de Dios (1 Cor 1,23) la cruz, en su
sentido físico cuando lo requieran las circunstancias, y siempre en sentido
espiritual, se ha convertido en camino inesquivable para alcanzar la salvación (Mc 8,34; Mt 16,24;
Lc 9,22; Gál 2,19; 3,1; 6,14; Fil 3,12; ver 1 Cor 2,2).
Para nosotros se ha convertido en la señal del
cristiano:
"Como Moisés levantó a la serpiente en
el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre para que todo el
que crea en Él tenga vida eterna" (Juan 3, 1415). De la misma manera
que los israelitas recuperaron la salud al mirar a la serpiente, nosotros somos curados al mirar al Hijo de Dios levantado en la
Cruz, convirtiendo la cruz en la
puerta que da paso a la gloria.
Pero no solo es el signo de salvación
con el cual el Dios hecho carne derrotó a Satanás, también es la señal del discípulo de Cristo:
"El que no toma su cruz y me sigue
detrás no es digno de mí". (Mateo 10,38). "Si alguno
quiere venir en pos de Mi niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y
sígame". (Mt 16, 24).
Ser cristiano es
aprender amar, con un amor como el de Cristo, amor hasta la cruz, por ello la cruz representa nuestras dificultades de
la vida, nuestros dolores, nuestras penas, pero ver en ella clavada al
Salvador, es lo que nos da fuerzas para tomarla y seguir adelante. Si somos dignos seguidores de Cristo, cargaremos con
la cruz. La representación física de la
cruz en forma de crucifijo, no es otra cosa que una señal o marca para
recordarnos esto.
Por eso es que el propio apóstol san Pablo, cuando hablaba a los Corintios, hacía dos grupos: aquellos
que se pierden, y los que se salvan. Para los primeros la cruz es
necedad y locura, se han quedado en el
AT donde este símbolo significa instrumento de suplicio, pero para los que salvan, aquellos tienen la ley completa, la de Cristo, la
Cruz se ha convertido en Poder de Dios: "Pues la predicación de la cruz es una
necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan es poder de
Dios" (1 Cor 1,18).
Al ser poder de Dios para los que se
salvan, es instrumento entonces de gloria, que sea poder de Dios no significa
le estemos dando poderes a la Cruz, sino que el Dios estuvo en ella
crucificado, y por eso es tan importante, porque en ella manifestó todo su
poder. El mismo san Pablo
conociendo la importancia de la cruz, presenta a Cristo como crucificado a los
Gálatas: "¡Oh gálatas
insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante
cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
" (Gálatas
3,1).
Es muy probable que San Pablo usara el signo de la cruz para enseñar a los Gálatas como fue la muerte de Cristo. Por ello parte importante de la predicación de San Pablo será el misterio de la cruz, (Gálatas 6,14; Fil 3,18). ¿Por qué era necesario que Cristo se presentara como crucificado ante los gálatas? Para que dieran suficiente importante al sacrificio redentor de Cristo, de la misma forma nosotros al ver la cruz, recordamos este sacrificio, y esto nos hace vivir en consecuencia con nuestra fe. La cruz para nosotros será entonces la señal que nos identifica con Cristo, como lo fue la “tau” en el pueblo hebreo: "Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella". (Ezequiel 9,4)…
¿Desde cuándo se usa la cruz en el cristianismo?
Una vez dada la argumentación bíblica,
hemos de recurrir a la historia para ver si es cierto la cruz es un símbolo de
la Iglesia primitiva, ¿los primeros
cristianos usaban la cruz? Veamos que SÍ. Aquí dejaré algunos textos de los primeros siglos:
SAN CLEMENTE DE ALEJANDRÍA… Stromata Libro VI: (siglo III)… Hay quienes dicen que los trescientos codos son símbolo del signo del Señor (= la cruz), y que los cincuenta son símbolo de la esperanza y del perdón que se da en Pentecostés (cf. Jn 20,23).
TERTULIANO… “Con cada paso y movimiento, en cada entrada y salida, cuando nos ponemos la ropa y los zapatos, cuando nos bañamos, cuando nos sentamos a la mesa, cuando encendemos las lámparas, en el sofá, en el banco, en cada acción ordinaria… En nuestra vida diaria, nos dibujamos la señal de la cruz en la frente". (De Corona Capítulo 3)
SAN HIPÓLITO DE ROMA… "Durante la tentación, haz piadosamente la señal de la cruz en tu frente, ya que ésta es la señal de la Pasión reconocida como probada contra el diablo, siempre que se haga con fe y no para exhibirte ante los hombres, sirviendo efectivamente como un escudo: el Adversario, viendo cuán grande es la fuerza que sale del corazón del hombre que sirve a la Palabra (como muestra el signo interior de la Palabra proyectado en el exterior), inmediatamente huirá, rechazado por el Espíritu. Eso está en el hombre. Esto fue lo que el profeta Moisés representó a través del cordero inmolado en Pascua y enseñó rociando la sangre sobre los postes de las puertas: simbolizaba la fe que ahora se encuentra en nosotros, es decir, la fe en el Cordero perfecto. Ahora, persignándonos en la frente y en los ojos con la mano, desterramos todo aquello que intenta destruirnos " (Tradición Apostólica, Capítulo III).
SAN ATANASIO DE
ALEJANDRIA… Quien quiera pruebas de nuestras afirmaciones, que se
acerque y, ante las fantasías demoníacas, las ilusiones de los oráculos, los
portentos mágicos, se sirva de ese signo
del que tanto se burlan entre ellos, la señal de la cruz, y simplemente diga el
nombre de Cristo. Verá huir a
los demonios, callar los oráculos, perecer la magia y la hechicería .(...) ” (San Atanasio – La Encarnación
del Verbo 48,3)
Maravíllate de que, ante la aparición del Salvador, la idolatría no se desarrolla, sino que el resto progresivamente disminuye y cesa. La sabiduría de los griegos no progresa, sino que tiende a desaparecer. Los demonios ya no seducen a los hombres con sus fantasmagorías, adivinaciones y magias y en cuanto se atreven a emprender algo, se dejan confundir por la señal de la cruz.” (...) (San Atanasio – La Encarnación del Verbo 55,1)
SAN EFRÉN EL SIRIO… "Con la señal de la cruz viviente, sella todas tus obras, hijo mío. No salgas de la puerta de tu casa hasta que hayas hecho la señal de la cruz. Ya sea comiendo o bebiendo, ya sea durmiendo o despierto, ya sea en tu casa o en el camino, o en tu tiempo libre, no abandones este signo; porque no hay guardián como él. Serás tú, como un muro, al frente de todas tus obras. Y enséñales esto a tus hijos, para que se familiaricen cuidadosamente con ello”. (Sobre la amonestación y el arrepentimiento, Capítulo XVII)
CIRILO DE JERUSALEN… “No nos avergoncemos de confesar al Crucificado. Que la Cruz sea nuestro sello hecho con valentía por nuestros dedos en nuestra frente y en todo; del pan que comemos, de las copas que bebemos; en nuestras idas y venidas; antes de dormir, cuando nos acostamos y cuando nos levantamos; cuando estamos en el camino y cuando todavía lo estamos. Este conservante es genial; no tiene precio, para el bien de los pobres; no hay trabajo para los enfermos; pues también su gracia es de Dios. Es signo de los fieles, y temor de los demonios […] ” (Lecturas Catequéticas XIII, capítulo 36).
SAN AMBROSIO DE
MILAN… “(...) Dios, pues, os ungió y Cristo os marcó con un
sello. ¿Como? Quedaste marcado con
la forma de su cruz, señal de su pasión . Recibisteis
la señal de asemejaros a él, para que resucitéis a su imagen, viviendo según su ejemplo, que fue crucificado por
el pecado y vive para Dios. Y vuestro viejo hombre, sumergido en la fuente, fue
crucificado por el pecado, pero fue resucitado a Dios. (...) ”
(Ambrosio
de Milán – Sobre los Sacramentos, Libro VI 2,7)
De un artículo
de Jesús Urones, evangelizador
católico.
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