TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 19 de abril de 2015

DOMINGO 19 DE ABRIL, 3º DEL TIEMPO PASCUAL

« ASÍ ESTABA ESCRITO... »
     
    En el tiempo pascual la liturgia nos ofrece múltiples estímulos para fortalecer nuestra fe en Cristo resucitado. En este III domingo de Pascua, por ejemplo, san Lucas narra cómo los dos discípulos de Emaús, después de haberlo reconocido "al partir el pan", fueron llenos de alegría a Jerusalén para informar a los demás de lo que les había sucedido. Y precisamente mientras estaban hablando, el Señor mismo se apareció mostrando las manos y los pies con los signos de la pasión. Luego, ante el asombro y la incredulidad de los Apóstoles, Jesús les pidió pescado asado y lo comió delante de ellos (cf. Lc 24, 35-43).
     En este y en otros relatos se capta una invitación repetida a vencer la incredulidad y a creer en la resurrección de Cristo, porque sus discípulos están llamados a ser testigos precisamente de este acontecimiento extraordinario. La resurrección de Cristo es el dato central del cristianismo, verdad fundamental que es preciso reafirmar con vigor en todos los tiempos, puesto que negarla, como de diversos modos se ha intentado hacer y se sigue haciendo, o transformarla en un acontecimiento puramente espiritual, significa desvirtuar nuestra misma fe. "Si no resucitó Cristo —afirma san Pablo—, es vana nuestra predicación,  es vana también vuestra fe" (1 Co15, 14).
     En los días que siguieron a la resurrección del Señor, los Apóstoles permanecieron reunidos, confortados por la presencia de María, y después de la Ascensión perseveraron, juntamente con ella, en oración a la espera de Pentecostés. La Virgen fue para ellos madre y maestra, papel que sigue desempeñando con respecto a los cristianos de todos los tiempos. Cada año, en el tiempo pascual, revivimos más intensamente esta experiencia y, tal vez precisamente  por esto, la tradición popular ha consagrado  a  María  el  mes de mayo, que normalmente cae entre Pascua y Pentecostés. Por tanto,… seamos siempre discípulos dóciles y testigos valientes del Señor resucitado.
     A María le encomendamos las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, especialmente en este momento lleno de sombras…
Benedicto XVI, pp emérito


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