TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

martes, 14 de octubre de 2025

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

 

OCTUBRE :  TU CORAZÓN EN EL MÍO

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS

 

   Un momento culminante de toda vigilia de Adoración Nocturna ha de ser el momento de la Comunión. Cuando en la Misa nos acercamos a recibir el pan de los ángeles se da uno de los adelantos del cielo más intensos que puede haber en la tierra: la común-unión, de Su Corazón con el mío. Aún bajo el velo de las especies eucarísticas y en la penumbra de la fe, pero perfectamente auténtico y verdadero. ¡Qué maravilla!

  La comunión mensual de nuestra vigilia ha de ser especialmente cuidada. Que sea un momento de gracia y encuentro, que después prolongaremos durante la noche ante el Santísimo Sacramento. La devoción al Corazón de Cristo nos ayuda a vivir este abrazo con toda su fuerza. El Papa Francisco nos explicó en la Dilexit nos, cómo ha sido así históricamente y cómo debe seguir siendo así en nuestros días:

   “La propuesta de la comunión eucarística los primeros viernes de cada mes, por ejemplo, era un fuerte mensaje en un momento en que mucha gente dejaba de comulgar porque no confiaba en el perdón divino, en su misericordia, y consideraba la comunión como una especie de premio para los perfectos. En ese contexto jansenista, la promoción de esta práctica hizo mucho bien, ayudando a reconocer en la Eucaristía el amor gratuito y cercano del Corazón de Cristo que nos llama a la unión con él. Podemos afirmar que hoy también haría mucho bien por otra razón: porque en medio de la vorágine del mundo actual y de nuestra obsesión por el tiempo libre, el consumo y la distracción, los teléfonos y las redes sociales, olvidamos alimentar nuestra vida con la fuerza de la Eucaristía. (Dilexit Nos 84.)

  “Nadie debe sentirse obligado a realizar una hora de adoración los días jueves. Pero, ¿cómo no recomendarla? Cuando alguien vive con fervor esta práctica junto con tantos hermanos y encuentra en la Eucaristía todo el amor del Corazón de Cristo, «adora juntamente con la Iglesia el símbolo y como la huella de la Caridad divina, la cual llegó también a amar con el Corazón del Verbo Encarnado al género humano». (Dilexit nos 85.)

  Para nosotros la comunión no es un mérito adquirido o un derecho. Nos sabemos profundamente miserables como para recibir un don tan grande, pero al mismo tiempo no queremos hacerle a nuestro Dios el feo de no aceptarlo si en su gran misericordia insiste en dárnoslo. ¡Qué privilegio! Enséñanos a reconocer en cada comunión el don de tu cuerpo entregado y el Amor de tu Sagrado Corazón.

  Para nosotros adorar no es sólo cuestión de deber u obligación. El día que nos hicimos adoradores nocturnos adquirimos un compromiso, eso es cierto, pero es un compromiso de amor. Lo hacemos de mil amores. La Iglesia nos lo recomienda, últimamente en palabras del Papa Francisco en la encíclica sobre el Corazón de Jesús. Habla sobre la Hora Santa, pero nos sirve también a nosotros:

  Muchas veces nos preocupamos de nuestra dieta, de nuestra alimentación, de qué comer o qué no comer. Hay en nuestra sociedad cada vez mayor cultura alimenticia… pero ¡qué poca cultura eucarística! Qué poco preparamos el banquete del Amor. Qué poco sabemos o nos interesamos por este alimento no ya del cuerpo sino del alma. ¿Cómo vamos a subsistir espiritualmente, en la vida cristiana, si no nos preocupamos por sacarle todo su jugo, el néctar escondido de este divino alimento?

   Don Luis de Trelles insistía en unir nuestro corazón al de Cristo durante la comunión eucarística, para así unirnos a su oración y oblación al Padre para el bien de las almas. Compuso no pocas oraciones de acción de gracias para después de comulgar. Aquí una de ellas: “Os ofrezco, Señor, todos y cada uno de los méritos incomparables de aquella inmolación perfecta del Corazón Divino de Jesús en el árbol santo que nos dio fruto de redención, las virtudes de Jesús como compensación de nuestros vicios, el amor infinito de Dios Hijo a su padre, por nuestra tibieza y desamor y las acciones perfectísimas todas de Jesús por las imperfecciones todas inherentes a nuestra mísera humana condición”. (LS 2,1871 pp.420)

Preguntas para el diálogo y la meditación.

¿Qué es comulgar?

¿Valoramos la comunión como deberíamos?

¿Qué nos puede ayudar a hacerlo mejor?

sábado, 4 de octubre de 2025

NUESTRA SEÑORA DEL SANTISIMO SACRAMENTO 

    Encontrábase en Roma por el mes de Diciembre último Mons. Gauthier, Arzobispo de Kingston, en el Canadá. Iba a ser recibido por el Papa, y aprovechando esta circunstancia el M. Rdo. P. Estévenon, Superior General de la Congregación del Santísimo Sacramento, suplicó al Sr. Arzobispo se dignase pedir al Pontífice indulgencias para la siguiente jaculatoria: “Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, Madre y modelo de adoradores, rogad por nosotros”.

  El señor Arzobispo, que es devotísimo de la Sagrada Eucaristía, acogió con entusiasmo la propuesta y la redactó por escrito para presentarla al Papa en la audiencia que tenía señalada para el día 30 de Diciembre. Presente ante Su Santidad y habiendo obtenido permiso para leer la súplica ¡oh sorpresa! en vano la busca en sus bolsillos y la hace buscar en el abrigo que había dejado en la antecámara. Todo fue inútil; la instancia no aparecía. El Prelado, un tanto turbado, comenzó a exponer de viva voz la petición, cuando el Papa, de repente, sonriéndose, tomó una pluma en su mano, y sin vacilar un momento trazó de su puño y letra el Rescripto que sigue:

  [Cunctis qui coram Smo. Sacramento publicae adorationi exposito, recitaverint hanc jaculatoriam: -“Domina nostra Sanctlssimi Sacramenti, ora pro nobis,"- lndulgentiam tercemtorum dierum concedimus.] 

                                 Dia 30 mensis Decembris an. 1905.

PIUS P. P. X.

en castellano:

   [A todos los que delante del Santísimo Sacramento expuesto recitaren la siguiente jaculatoria: -“Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, rogad por nosotros,”- concedemos trescientos días de indulgencia.]           

30 de Diciembre de 1905.

PIO X, Papa.

sábado, 27 de septiembre de 2025

lunes, 22 de septiembre de 2025

domingo, 7 de septiembre de 2025

 CENTENARIO DE LA ADORACIÓN NOCTURNA FEMENINA ESPAÑOLA



  La Adoración Nocturna Española nace en Madrid con la primera vigilia, el 4 de Noviembre de 1877, de la mano de Don Luís de Trelles y Noguerol, hoy en proceso de canonización, y Don Juan de Montalvo y O’Farril. Próximamente, en el año 2027, D.m., se celebrará el 150 aniversario de la fundación. Damos gracias a Dios.

  Como también las damos por el primer centenario oficial de la fundación de la Adoración Nocturna Femenina Española.

  El día 25 de Julio de 1925 nació en Valencia la Adoración Nocturna Femenina, siendo su fundadora Doña Anita Adrién Mur y su primer Director Espiritual el Rvdo. Don Manuel Irurita Almandoz. Se extendió por 37 secciones y el celo de Doña Anita la hizo llegar a otras diócesis de España.

   

   La fundadora de ANFE nació en Valencia el 5 de Febrero de 1880 en el seno de una familia cristiana. Tuvo dos hermanas religiosas y ella, postulante dominica, no pudo serlo por padecer diabetes. Todos los días asistía a Misa y al Jubileo. Las tardes las dedicada a obras de apostolado y caridad.

  De un libro de Actas está tomado este párrafo: “El fuego divino que ardía en su alma quería que se propagase a otras almas”, y su claro entendimiento, en sus ratos de intimidad con Jesús, pensó, ideó y planeó el medio de que Jesús Sacramentado recibiese adoración no sólo durante el día sino en las horas del descanso, del silencio de la noche. “Velar con Jesús ¡qué dicha más grande! Estar a los pies del Tabernáculo, en las horas de las tinieblas, cuando el enemigo de Dios y de las almas no descansa, sino que maquina sus planes diabólicos”.

  La inspiración divina la lleva a fundar una Adoración Nocturna Femenina, para lo que tuvo que luchar contra viento y marea. Por ser mujer hubo negativas por parte de las autoridades eclesiásticas que no encontraban prudente que la mujer saliera de casa entrada la noche. Ella no desmayó, rezando e insistiendo, hasta que Dios puso en su camino a Don Manuel Irurita, canónigo de la Catedral, y el 12 de Mayo de 1925 se erigió la Asociación Archicofradía de la Adoración Nocturna de Señoras Esclavas del Corazón Eucarístico de Jesús y de María Dolorosa, de Valencia, siendo su Director Espiritual el P. Irurita, hasta que fue elevado al Episcopado.

  Ella, con el grupo que formó, celebraron la primera vigilia el 27 de Junio de 1925. Pero Anita, que tenía espíritu misionero, deseaba que la asociación fuera conocida por otras mujeres. El Sr. Arzobispo lo ratificó y celebró una vigilia solemne en la Catedral el 25 de Julio del mismo año. Durante la homilía dijo a las adoradoras: “Sed eucarísticamente piadosas y piadosamente eucarísticas”.

 Fundó turnos los primeros viernes y sábados de mes. Ensayaba los cantos para la vigilia. A las jóvenes les dejaba el primer turno para que los padres permitiesen su asistencia. Implantó personalmente 37 secciones en Valencia. Comenzó a escribir cartas a otras diócesis desde el 3 de Febrero de 1932, fundando secciones: en Orense (19 de Marzo de 1927), Pamplona y Murcia (7 de Diciembre de 1933), Salamanca (31 de Diciembre de 1937). Posteriormente en Guipúzcoa, Vizcaya, Villanueva de la Serena y Don Benito (Badajoz). También en Cervera y Lérida. Tuvo la alegría de asistir personalmente a algunas de ellas. Poco a poco llegó la Adoración Nocturna a Ibiza, Mallorca, Mahón y Seo de Urgel. También a Barcelona y Balaguer. En Aragón habló con el Sr. Arzobispo para lo mismo.

  Dado que ya estaba extendida la asociación por bastantes diócesis, en 1933 solicitó del Obispo Auxiliar, Doctoral de Valencia y Director del Seminario, Don Javier Lauzurica, que fuese el Director Nacional de la Adoración.

  En carta a su amiga Teresa Taberner le explica cómo organizar y fundar secciones. Primero solicitar al Prelado de la diócesis su autorización; segundo, lista de adoradoras activas y honorarias; tercero, comunicar al Consejo Directivo de Valencia la fecha de inauguración. Y contar con la bandera.

  Anita sabía bien que la Eucaristía no puede existir sin los sacerdotes y, con rifas y loterías, ayudaba a los seminaristas necesitados. Durante la guerra civil los milicianos preguntaban ¿dónde está esa Anita que paga la carrera a los curas? El acoso fue tal que tuvo que trasladarse a veinticinco casas diferentes. En una ocasión huyó disfrazada de pordiosera. En otra no pudo salir de la casa donde se escondía: registraron todas las habitaciones menos donde ella estaba. Durante esos años, para poder comulgar, se valía de adoradoras que le llevaban al Señor.

   Tras la guerra, el 24 de Junio de 1939, se reanuda la Adoración y tuvo que fusionar turnos de las primeras adoradoras, reconstruir los centros, entre ellos su propio domicilio con la sede, donde destinó un espacioso salón para la Capilla. Ella y sus íntimas colaboradoras donaron sus joyas y monedas para una Custodia.

  Más de trescientas adoradoras de Valencia, más otras de diversas diócesis, asistieron en peregrinación al Pilar, en 1940, con motivo del XIX centenario de la venida de la Santísima Virgen en carne mortal a Zaragoza en acción de gracias por el fin de la guerra.

  El 3 de Agosto de 1941, a los 61 años, el Señor la llamó a su lado. Falleció santamente en su casa, recibiendo los sacramentos. A su entierro asistieron el Sr. Arzobispo, muchos sacerdotes y las adoradoras de la diócesis. Sus restos descansan en el cementerio de Valencia.

 Hasta aquí su historia, que llega hasta nuestros días, estando presente la Asociación en casi todas las diócesis españolas, a pesar de todos los avatares que está sufriendo nuestra santa Madre, la Iglesia. Y nos ha parecido oportuno aprovechar esta efemérides para dar a conocer un poco a la mujer, de la que Dios se valió, para acercar a tantas mujeres a la adoración eucarística, en una época en que no se podía salir sola de casa y, menos, de noche.

“Oración de Acción de Gracias por el Centenario”

  Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: inmersas en esta historia de Salvación, queremos dar gracias por nuestros 100 años como ANFE, donde, en cada vigilia, hemos sentido nuestra misión en la Iglesia.

  Hemos querido responder -con nuestras débiles fuerzas- a este gran derroche de ternura que es nuestra historia compartida: ¡Dios con nosotros y nosotros con Él!

  Representantes de un mundo que ora y trabaja, queremos prolongar -en horas de la noche- que la historia sigue siendo tiempo de salvación que, nuestras noches de la vida, “tendrán siempre un amanecer” una luz, una misma Presencia de Pascua.

  Ante el Sacramento del Amor y la Unidad ponemos voz y rostro a tantas noches de tantas historias que conforman nuestros signos de los tiempos y, como nuestra Madre Santa María, señalar que el camino sólo es uno: “Haced lo que Él os diga”, y sólo en Ti poner nuestra esperanza.

  Ayúdanos a ser fieles a la misión recibida, bendice nuestros esfuerzos, multiplica nuestros trabajos, santifícanos con tu presencia para que, en todo momento, sepamos cantarte y alabarte, Amor de los amores, y proclamar con nuestra vida: ¡Dios está aquí!

          María Teresa Díaz Gallego -Vicepresidenta Consejo Diocesano de Sevilla.

Boletín Diocesano ANE-ANFE Sevilla Julio-Agosto 2025 


miércoles, 27 de agosto de 2025

lunes, 21 de julio de 2025

PARA EL DIÁLOGO Y LA MEDITACIÓN

JULIO :  ADORAR Y AGRADECER

Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS


             ¡GRACIAS A DIOS!

  Es una de las primeras palabras que enseñamos a los niños: GRACIAS. Porque de pequeños todo lo recibimos gratis, por amor, sin méritos previos. Pues no lo olvidemos, ante Dios nunca dejamos de ser niños, todo lo que nos concede lo recibimos gratis, por eso tenemos que darle gracias. Una y otra vez. La gente agradecida es muy agradable, porque sabes que cualquier servicio que le hagas va a ser apreciado y valorado ¡Seamos también nosotros agradecidos con Dios! En nuestras velas nocturnas, hemos de dedicar un tiempo oportuno para la acción de gracias a través de la Eucaristía. Así nos lo explicaba nuestro fundador: “La Creación es un beneficio inexplicable a no ser por el amor: la Conservación, la Redención, la Gracia Divina, los Sacramentos, son otros tantos beneficios derivados de la bondad de Dios. ¿Cómo recompensarlos? Imposible. ¿Cómo agradecerlos? Imposible también; porque todos aquellos dones supremos tienen un valor infinito que no admite, en lo humano, equivalencia ni precio. Pues bien, el Señor, que es rico en misericordia, nos otorgó este favor también de darnos un medio sobre excelente de agradecer, ofreciéndonos en la sagrada Hostia una acción de gracias, no sólo adecuada, sino perfectamente digna de aquellas mercedes, así como del generoso Autor de ellas y de infinito aprovechamiento además para los mismos que han recibido los beneficios”. (L.S. T. V, 1874, págs.121-123)

  El que es agradecido ensancha su corazón y se hace capaz de recibir nuevos dones. Nosotros hemos recibido inmensos beneficios de la generosidad de Dios: la vida, la fe, el bautismo, la presencia eucarística… Nuestro corazón no llega a abarcar la inmensidad de tanto bien…, por eso necesitamos el Corazón de Cristo en la Eucaristía para agradecer, como se merece, tanto don. Por eso nos unimos a Jesús que más de una vez dijo “Te doy gracias, Padre”.

  Los miembros del cuerpo místico de Cristo nos unimos a la oración de Jesús en la noche. Dar gracias es lo propio de la oración de la Iglesia y lo hace siempre en cada Eucaristía. Y cuanto más lo hace, más se manifiesta lo que somos, es decir, obra de la gracia de Dios. Gracias a Él hemos sido liberados, gracias a Él somos renovados. ¡Gracias por tus gracias, Gracia Eterna! (Cf. CEC 2637)

  Cualquier momento es bueno para dar gracias, porque estamos continuamente recibiendo. Todo lo cotidiano, todo lo que acontece, todo lo que tenemos, incluso lo que no tenemos o nos hiere… Todo es susceptible de formar parte de nuestra acción de gracias.   Así nos lo enseña San Pablo: “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Ts 5, 18). En nuestra vigilia mensual hemos de recoger, por tanto, todo lo ocurrido y recibido durante el mes anterior y presentarlo ante el Señor. Jesús quiere que le agradezcamos; así nos lo enseña en el Evangelio:  “De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: «Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.» Jesús les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?» Y Jesús le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado» (Lc, 17, 11-19).

  Danos Señor un corazón agradecido, que, como el leproso, sepamos volver a ti después de tu don. Que no te ofendamos por el desagradecimiento. Que en esta noche caigamos a tus pies alabándote y dando gracias por tantas lepras como nos has quitado. Velar en oración, en adoración y en acción de gracias. Es uno de los consejos que nos da San Pablo: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Col 4, 2).

  En nuestro mundo, muchas veces desagradecido para con nuestro Dios, tenemos la misión de dar gracias, en lo que hemos recibido personalmente, pero también en dar gracias por lo que reciben otros. En algún idioma, gracias se dice reconocer. Porque hay que caer en la cuenta, del bien recibido y del amor con el que se da el don. Pero que este espíritu agradecido no se quede sólo entre las paredes de la Iglesia, sino que lo convirtamos en jaculatoria cotidiana, en condimento de nuestra conversación interior, que se nos agudice la mirada para saber ver la mano de Dios en todas las cosas, como nos enseña San Josemaría: “Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. Porque te da esto y lo otro. Porque te han despreciado. Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso… Dale gracias por todo, porque todo es bueno”.

  E incluso en las cosas no tan buenas que han ocurrido en nuestra vida, que Dios ha permitido porque sabe sacar de los pozos más oscuros el agua viva de su gracia. Es impresionante el testamento de Santa Bernardita en este sentido: Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas; y por mi constante cansancio... te doy gracias, Jesús. Te doy las gracias, Dios mío, por el fiscal y por el comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del padre Peyremale... No sabré cómo agradecerte, si no es en el paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio..., te doy las gracias, Madre. Por la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, te doy las gracias. Te doy las gracias porque, si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, tú lo hubieses elegido (...) Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por tus noches y por tus relámpagos, por tus rayos... por todo. Por ti mismo, cuando estuviste presente y cuando faltaste... te doy las gracias, Jesús.

Para el diálogo y la meditación.

¿Cuántas veces usas esta bella expresión ¡gracias a Dios!?

¿Te gusta que te reconozcan y agradezcan los favores que haces? 

¿Cómo mostrarnos más agradecidos para con Dios?