EL TRIDUO PASCUAL Y SU SIGNIFICACIÓN
La pascua de los primitivos cristianos, entremezclada con la
experiencia de la comunidad apostólica, giraba en torno a una sola
celebración. El criterio místico de la
concentración dominaba sobre el cronológico de los tres días, que se impuso más
adelante. La pascua era la gran celebración de la noche. Su celebración
concentraba la unidad de la
historia de salvación desde la creación a la parusía.
Pronto esta
vigilia pascual fue precedida de uno o más
días de ayuno, los cuales se transformaron
progresivamente en el triduo del viernes, sábado y domingo, dedicados, respectivamente, a la muerte,
sepultura y resurrección del Señor.
El triduo pascual, vislumbrado ya en
Orígenes, nos lo descubre no como una indicación cronológica, sino de sentido
teológico y litúrgico. Comentando Os 6,2, dice: Prima die nobis passio
Salvatoris est et secunda, qua descendit in infernum, tertia autem
resurrectionis est dies, (El primer y
el segundo día son para nosotros el sufrimiento del Salvador, que bajó a los
infiernos, y el tercero es el día de la resurrección).
Llegados al s. IV,
encontramos una formulación teológica litúrgica bien precisa del triduo sacro. En san Ambrosio podemos leer: "Triduo en el que ha sufrido, ha reposado y ha resucitado el que
pudo decir destruid este templo y en tres días lo reedificaré".
Entre otras escogemos la conocida expresión de Agustín: Sacratissimum triduum
crucifixi, sepulti et suscitati. (Triduo sacratísimo de la crucifixión,
sepultura y resurrección)
La doble tradición acerca del nombre de
pascua contribuyó también a forjar la teología del triduo. Al entrar en crisis
la primitiva, la asiática (pascha-passio), en el s. IV, va adquiriendo
preponderancia la occidental al tener conocimiento de la alejandrina (pascha-transitus).
La traducción latina de la Vulgada de Ex 12,11 de la palabra pascua como
paso, (transitus) está en la base del nuevo acento teológico.
Al interpretarse pascua por paso, como lo hace por primera
vez Clemente de Alejandría, resulta muy adecuada para significar el principio y el término del triduo. Será el vehículo de una
teología que permite poner de relieve los aspectos morales, ascéticos y
doctrinales de la pascua. Los autores cristianos expresan así la dimensión
cristológica, sacramental y escatológica de la fiesta.
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