«Aprended a hacer el bien, buscad la justicia» (Is 1,
17).
La palabra de vida del mes de enero está
tomada del primer capítulo del profeta Isaías. Esta frase ha sido
elegida para la «Semana de oración por la unidad de los cristianos», que se celebra en todo
el hemisferio norte del 18 al 25 de enero. Los textos han sido preparados por
un grupo de cristianos de Minnesota, en Estados Unidos[1]. La
justicia es un tema candente. Las desigualdades, la violencia y los prejuicios
crecen en una sociedad a la que le cuesta dar testimonio de una cultura de
paz y de unidad.
Y los tiempos de Isaías no
eran muy diferentes de los nuestros. Las guerras, las rebeliones, la búsqueda
de la riqueza y el poder, la idolatría y la marginación de los pobres habían
hecho descarriarse al pueblo de Israel. Con palabras muy duras, el profeta
llama a su gente a convertirse, indicando el camino para volver al espíritu originario
de la alianza de Dios con Abrahán.
«Aprended a hacer el bien, buscad la justicia»
¿Qué significa aprender a
hacer el bien? Hemos de ponernos en disposición
de aprender, lo cual requiere un esfuerzo por nuestra parte. En nuestro camino
diario, siempre tenemos algo que comprender, que mejorar; podemos volver a
empezar si nos hemos equivocado.
¿Qué significa buscar la
justicia? Esta es como un tesoro que hay que buscar y desear: es la meta de
nuestro modo de actuar. Practicar la justicia nos enseña a hacer el bien. Es saber captar la voluntad
de Dios, que es nuestro bien. Isaías ofrece ejemplos concretos. Las personas que Dios
prefiere mayormente, porque son las más indefensas, son los oprimidos, los
huérfanos y las viudas. Dios invita a su pueblo a cuidar de los demás de modo
concreto, sobre todo de quienes no están en condiciones de hacer valer sus
derechos. Las prácticas religiosas, los ritos, los sacrificios y las oraciones
no le son gratos si no se corresponden con la búsqueda y la práctica del bien y
la justicia.
«Aprended a hacer el bien, buscad la justicia»
Esta Palabra de vida nos empuja a ayudar a
los demás a tener una mirada atenta y a socorrer al necesitado con hechos. Nuestro camino de conversión
requiere abrir el corazón, la mente y los brazos, sobre todo, a quienes sufren.
«El deseo y la búsqueda de la justicia
están grabados desde siempre en la conciencia del hombre; Dios mismo los
depositó en su corazón. Pero, a pesar de las conquistas y progresos realizados
a lo largo de la historia, ¡qué
lejos
sigue estando el pleno cumplimiento del proyecto de Dios! Las guerras en curso hoy
en día, así como el terrorismo y los conflictos étnicos, son señal de
desigualdades sociales y económicas, de injusticias, de odios. [...] Sin amor,
sin respeto a la persona, sin atender sus necesidades, las relaciones
personales pueden ser correctas, pero también pueden volverse burocráticas,
incapaces de dar respuestas decididas a las exigencias humanas. Sin amor, nunca habrá
justicia verdadera, no se compartirán los bienes entre ricos y pobres,
no se atenderá la singularidad de cada hombre y mujer ni la situación concreta
en que se encuentran»[2].
«Aprended a hacer el bien, buscad la justicia»
Vivir por un mundo unido es preocuparse de
las heridas de la humanidad a través de pequeños gestos que ayudan a formar la
familia humana.
Un día, J. de Argentina se encuentra por casualidad con el director del instituto donde había dado clases, el cual lo había despedido con un pretexto. Cuando el director lo reconoce, trata de evitarlo, pero J. va a su encuentro. Le pregunta por él y el director le cuenta las dificultades de los últimos tiempos, le dice que vive en otra ciudad y que está buscando trabajo. J. se ofrece a ayudarlo, y al día siguiente difunde entre sus contactos la noticia de que está, buscando trabajo para una persona. La respuesta no tarda en llegar. Cuando el director recibe la noticia de una oferta de trabajo, no se lo puede creer. La acepta, profundamente agradecido y conmovido de que precisamente aquel que él había despedido se interese concretamente por él. J. recibe el «céntuplo», porque precisamente en ese momento le ofrecen dos trabajos que siempre había deseado, desde que estudiaba en la universidad. También él está asombrado y conmovido por el amor tan concreto de Dios[3].
[1] En
Mineápolis (Minnesota), resultó muerto en 2020 el ciudadano negro George Floyd
por la acción de un policía: un homicidio que ha generado un movimiento por la
eliminación de toda forma de discriminación racial.
[2]
C. LUBICH, Palabra de vida. noviembre de 2006: Ciudad
Nueva n. 436 (2006/11), pp. 22-23.
[3]
Tomado y adaptado de «Il Vangelo del giorno». Città
Nuova, año VIII, n. 1, enero-febrero 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario