LA ADORACIÓN NOCTURNA, DE LA ACCIÓN A LA ORACIÓN
«¡Qué
menos que una noche al mes acompañemos a Jesús!» Lo dice Álvaro
Ridruejo, un joven arquitecto
de 30 años, casado y padre de
familia, que pertenece
a la Adoración nocturna en la diócesis
de Calahorra y La Calzada-Logroño.
La Adoración nocturna, un tiempo
para intimar con Jesús
Álvaro
siente que Dios, como padre, quiere a cada hijo en su sitio y reconoce que a él
le ha «encajado» en esta realidad de la Iglesia que en lugar de
la acción se dedica a la oración. Se trata, explica, de «un conjunto de personas que nos
reunimos a rezar». Y luego matiza, se «procura hacer grupos pequeños
para que el Señor durante la noche pase muchas horas velado».
En definitiva, la Adoración
nocturna «tiene un componente de mucha intimidad con Jesús». Se trata de revivir
aquellos momentos en los que Cristo estaba solo en el Huerto de los Olivos.
Él nos interpela
como hizo con sus discípulos: «¿no podéis velar una hora conmigo?».
Entre los
recuerdos de Álvaro, «la adoración maravillosa» en el aeródromo de Cuatro
Vientos, hace ahora 10 años, en la JMJ Madrid 2011. Allí estábamos
-señala- más de un millón de jóvenes y fue un momento de comunión pero a la vez
de intimidad de Cristo con cada uno.
«Uno cuando descubre a Cristo, cuando se encuentra con
Cristo, descubre lo que es la vida. No hay vida fuera de Dios».
«Es cierto
que para encontrarse con Cristo hay que dar un pequeño paso, tirarse a la
piscina, que no siempre es fácil, pero por cada paso que tú das, Él da cien».
En datos
Álvaro ha
sentido como los laicos también
son llamados personalmente por Dios. De Él reciben una misión en favor de la Iglesia y del
mundo. El laicado es la primera vocación en la Iglesia. Todos los bautizados reciben esa vocación en
su bautismo, una
llamada al compromiso cristiano en medio de las circunstancias ordinarias de la
vida: en el trabajo, en la familia, en las relaciones
humanas, en los problemas y dificultades, en el servicio a los demás.
Los laicos
tiene su lugar en el mundo profesional, social, económico, cultural y político. Pero a
la vez son corresponsables, junto con los ministros ordenados y con los religiosos
y las religiosas, de la misión de la Iglesia.
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