FEBRERO: DESDE EL
CUARTO DE GUARDIA
Alabado sea el
Santísimo Sacramento del Altar
I - LA ADORACIÓN
NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
1º Marco para esta noche de febrero.
“Venid a mí
todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.” (Evangelio según san
Mateo, 11,27-30)
Nuestro
Dios tiene Corazón. No lo digo por sentimentalismo blandengue. Tiene Corazón
por su capacidad humana y divina para amarnos. Frente a la indiferencia,
frialdad, crueldad del mundo contemporáneo, ha elegido como su imagen más
representativa un Corazón. Es desde ese Corazón donde se explica todo lo
que ha hecho por nosotros, por cada uno de nosotros y donde encuentra respuesta
el misterio del hombre. Somos una necesidad de amar y de ser amados. El Corazón
de Cristo en la Eucaristía es tan de carne como el tuyo. No es un símbolo. Palpita.
Lo que importa en esta noche es que oigas su latido y te encontrarás aliviado.
2º Una oración jaculatoria al
espíritu santo, para que nos encienda en amores.
-“Envía,
Señor, tu Espíritu, y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.”-
¿Qué
ocurre para que con sólo escuchar la doctrina de Jesús no pongamos en
consonancia nuestra acción, nuestras obras con nuestro pensamiento? El hombre
viejo se resiste ante la propuesta del hombre nuevo.
Os respondo
con una cita de la novela Quo Vadis de Sinkiewitz. ¿La
recordáis?. En boca de Marco Vicinio el romano enamorado de la cristiana Ligia
pone el autor católico estas palabras: “Pero yo –y tomo a los dioses por
testigo- no puedo hacerlo. ¿Te das cuenta de lo que esto significa? Hay algo en
mi naturaleza que se estremece ante esta doctrina.”
El mismo
apóstol Pablo se lo enseñó: no está en nuestras manos cumplir la nueva Ley.
Practicar la doctrina, sí; pero vivido como don y regalo del mismo cielo.
Sin el
Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, no podremos desprendernos de lo
viejo y ser recreados en el hombre nuevo. Sólo el Espíritu renueva la faz de
nuestra vieja condición. Ven Espíritu de Dios
3º Un texto de un santo o de la iglesia que
nos inicie en la oración meditativa.
(Opúsculo
57, en la fiesta del Cuerpo de Cristo, lect. 1-4)
“El Hijo
único de Dios, queriendo hacernos partícipe de su divinidad, tomó
nuestra naturaleza, a fin de que hecho hombre, divinizase a los hombres.
Además,
entregó por nuestra salvación todo cuanto tomó de nosotros. Porque, por nuestra
reconciliación ofreció, sobre el altar de la cruz, su cuerpo como víctima a
Dios, su Padre, y derramó su sangre como precio de nuestra libertad y como baño
sagrado que nos lava, para que fuésemos liberados de una miserable esclavitud y
purificados de todos nuestros pecados.
Pero, a fin de que
guardásemos por siempre jamás en nosotros la memoria de tan gran
beneficio, dejó a los fieles, bajo la apariencia de pan y de vino, su cuerpo, para que
fuese nuestro alimento, y su sangre, para que fuese nuestra bebida.
¡Oh
banquete precioso y admirable, banquete saludable y lleno de toda suavidad!
¿Qué puede haber, en efecto, más precioso que este banquete en el cual no se
nos ofrece, para comer, la carne de becerros o de machos cabríos, como se hacía
antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?
No hay
ningún sacramento más saludable que éste, pues por él se borran los pecados, se
aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones
espirituales.
Se ofrece,
en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos para que a todos aproveche, ya
que ha sido establecido para la salvación de todos.
Finalmente,
nadie es capaz de expresar la suavidad de este sacramento, en el cual gustamos
la suavidad espiritual en su misma fuente y celebramos
la memoria del inmenso y sublime amor que Cristo mostró en su pasión.
Por eso,
para que la inmensidad de este amor se imprimiese más profundamente en el
corazón de los fieles, en la Última Cena, cuando, después de celebrar la Pascua
con sus discípulos, iba a pasar de este mundo al Padre, Cristo instituyó este
sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas
figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a
los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia.”
Ojala lo
aprendiéramos de memoria. Subrayo en el texto las frases que me han
llegado a mi alma. Y elijo para mi diálogo íntimo con mi Dios las que
alivian mis cansancios e inquietudes: Empiezo por la última: se ha quedado con
nosotros como singular consuelo en las tristezas de su ausencia. En
esta vigilia de oración sé que para consolarnos se ha quedado en la Hostia.
Dios está aquí.
¡Estamos llamados a ser dioses por adopción. Hijos de
Dios y herederos del cielo!
¿Podremos
olvidar este beneficio al verlo en el Pan y en el Vino? No hay amor más sublime
-inmenso y sublime amor- que Cristo mostró en su pasión. La Adoración
Nocturna es un regalo para cultivar la intimidad con nuestro Dios.
Preguntas para el
diálogo y la meditación.
■ ¿Conocéis a nadie que no tenga contrariedades ni
penas? ¿Huir hacia adelante? ¿Engancharse a lo que sea? ¿Nos quedamos con el Corazón
de Cristo Eucarístico?
■ Obras son amores, sin duda. Pero ¿veo el don en todo
lo bueno que hago y mi responsabilidad en las trabas que le pongo? Ésta es la
cuestión.
■ ¿Crees que se nos ha destinado a “gozar lo que Él
goza, a verle como Él se ve, a amarle como Él se ama, a embriagarnos de
la plenitud de sus delicias, a vivir con Él en sociedad perfecta de vida,
gozo y gloria, durante siglos eternos?