«LLEGARÁN DÍAS EN QUE NO QUEDARÁ
PIEDRA QUE NO SEA DESTRUIDA»
Jesús nos habla de que todo lo humano se acaba, tiene fecha de
caducidad. Lo único
que no tiene su fin es el Amor de Dios, que nos lanza a vivir para siempre.
Vivir en el asombro sin fin. Los judíos se asombraban de la belleza de un
templo que el Señor dice, que como todo no quedara piedra sobre piedra.
Permanece el Templo Vivo que es Cristo muerto y resucitado. No todo tiene su
fin, todo lo que se vive unido al Amor del Señor permanece para siempre.
Jesús nos insiste en vivir en el asombro, en la confianza, y en ser
memoriosos, como dice el papa Francisco, camino de ser santo y feliz.
Primero vivir en el asombro de un Amor que es la
belleza de la vida. Esa belleza que salva es Cristo. Es una belleza que estamos
llamados a contemplar por toda la eternidad. Tomados de la mano por los valles
del cielo con nuestros seres queridos que vivimos en esta tierra contemplaremos
cara a cara a nuestro Redentor. Es vivir en el gozo de un asombro que no tendrá
final.
Segundo vivir en la confianza de saber que hasta los cabellos de nuestra
cabeza están contados y que el Señor nos cuida más que al átomo y la rosa. Es
la confianza profunda de vivir en el cuenco de sus manos, y en la herida
abierta de su Corazón, poniendo nuestro nido de amor, como dice el salmo, que
en el templo y Jesús, hasta el gorrión ha encontrado donde colocar sus
polluelos, su auténtica confianza.
+ Francisco Cerro Chaves - Obispo de Coria
Cáceres
No hay comentarios:
Publicar un comentario