TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 31 de julio de 2011




SAN TARSICIO Y LA JMJ

En este año 2011 tendrá lugar en Madrid, la Jornada Mundial de la Juventud, que presidirá nuestro Santo Padre, Benedicto XVI. Para conmemorar tan importante acontecimiento eclesial y como signo de adhesión al mismo, el consejo Nacional de la A.N.E. propone a las Secciones hacer una vigilia conjunta el mismo día, y presentar a los jóvenes de nuestro entorno la Adoración Nocturna.
Los objetivos son:
1. Unirnos en oración ante el Santísimo, en la medida de lo posible, durante la misma noche y a partir de la misma hora, en donde estemos, unidos a Cristo-Eucaristía, para pedir por las intenciones del Papa, Benedicto XVI, y por toda la Iglesia.
2. Rezar por las JMJ y por los jóvenes de todo el mundo, que estarán esos días en nuestras localidades y que partirán a Madrid a su encuentro con Cristo al día siguiente.
3. Contribuir con nuestro carisma de adoradores nocturnos a las jornadas, haciéndonos presentes en este gran acontecimiento para la Iglesia universal, y dándonos a conocer entre los jóvenes, a la vez que fomentamos y les animamos a conocer y pertenecer a la Adoración Nocturna.
Su fiesta se celebra el 13 de Agosto
San Tarsicio es el Patrón de los Monaguillos y de los Niños de la Adoración Nocturna. Se le conoce como el Mártir de la Eucaristía.
Reseña historica--Valeriano era un emperador duro y sanguinario. Se había convencido de que los cristianos eran los enemigos del Imperio y había que acabar con ellos. Los cristianos para poder celebrar sus cultos se veían obligados a esconderse en las catacumbas o cementerios romanos. Era frecuente la trágica escena de que mientras estaban celebrando los cultos llegaban los soldados, los cogían de improviso, y, allí mismo, sin más juicios, los decapitaban o les infligían otros martirios. Todos confesaban la fe en nuestro Señor Jesucristo. El pequeño Tarsicio había presenciado la ejecución del mismo Papa mientras celebraba la Eucaristía en una de estas catacumbas. La imagen macabra quedó grabada fuertemente en su alma de niño y se decidió a seguir la suerte de los mayores cuando le tocase la hora, que ojalá, decía él, fuera "ahora mismo". .
Un día estaban celebrando la Eucaristía en las Catacumbas de San Calixto. El Papa Sixto se acuerda de los otros encarcelados que no tienen sacerdote y que por lo mismo no pueden fortalecer su espíritu para la lucha que se avecina, si no reciben el Cuerpo del Señor. Pero ¿quién será esa alma generosa que se ofrezca para llevarles el Cuerpo del Señor? Son montones las manos que se alargan de ancianos venerables, jóvenes fornidos y también manecitas de niños angelicales. Todos están dispuestos a morir por Jesucristo y por sus hermanos. .
Uno de estos niños es Tarsicio. Ante tanta inocencia y ternura exclama lleno de emoción el anciano Sixto: "¿Tú también, hijo mío?" Y le dice: ¿Y por qué no, Padre? Nadie sospechará de mis pocos años. Ante tan intrépida fe, el anciano no duda. Toma con mano temblorosa las Sagradas especies y en un relicario, las coloca con gran devoción a la vez que las entrega al pequeño Tarsicio de apenas once años, con esta recomendación: "Cuídalas bien, hijo mío" .
-"Descuide, Padre, que antes pasarán por mi cadáver que nadie ose tocarlas" .
Sale fervoroso y presto de las catacumbas y poco después se encuentra con unos niños de su edad que estaban jugando.
"Hola, Tarsicio, juega con nosotros. Necesitamos un compañero"
- "No, no puedo. Otra vez será", dijo mientras apretaba sus manos con fervor sobre su pecho. .
Y uno de aquellos mozalbetes exclama. "A ver, a ver. ¿Qué llevas ahí escondido?" .
Debe ser eso que los cristianos llaman "Los Misterios" e intentan verlo. .
Lo derriban a tierra, poniendo en su pecho los mozalbetes sus piernas con el fin de hacer fuerza de palanca para abrirle sus brazos y arrebatarle las Sagradas Especies, le tiran pedradas, y Tarsicio no solo puso resistencia sino que Dios hizo el milagro de que quedasen sus brazos herméticamente cerrados de forma que no pudieron abrírselos jamás (ni siquiera después de muerto) siguen dándole pedradas, y va derramando su sangre. Todo inútil. Ellos no se salen con la suya. Por nada del mundo permite que le roben aquellos Misterios a los que él ama más que a sí mismo... .
Momentos después pasa por allí Cuadrado, un fornido soldado que está en el período de catecumenado y que por eso conoce a Tarsicio. Los niños huyen corriendo mientras Tarsicio, llevado a hombros en agonía por Cuadrado, llega hasta las Catacumbas de San Calixto en la Vía Apia. Al llegar, ya era cadáver.
Desde entonces, el frío mármol guarda aquellas sagradas reliquias sobre las que escribió San Dámaso, "queriendo a San Tarsicio almas brutales de Cristo el sacramento arrebatar, su tierna vida prefirió entregar, antes que los Misterios celestiales."

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