Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
miércoles, 26 de noviembre de 2025
sábado, 22 de noviembre de 2025
El Papa nombra a Mons. Valdivia administrador apostólico de Cádiz y Ceuta
El
papa León XIV ha nombrado este sábado, 22 de noviembre, administrador
apostólico de la Diócesis de Cádiz y Ceuta a Mons. Ramón Darío Valdivia
Giménez, obispo auxiliar de Sevilla, aceptando la renuncia presentada por Mons.
Rafael Zornoza como obispo de esta diócesis.
Mons.
Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla desde 2023. Nació en Osuna (Sevilla) el 16
de diciembre de 1974. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla
(1997). Bachiller en Teología en el Centro de Estudios Teológicos de Sevilla.
Fue ordenado sacerdote el 14 de septiembre de 2003. Además, es licenciado en
Filosofía por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2006) y doctor en
Filosofía por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma (2008). Es doctor
en Derecho por la Universidad de Sevilla (2020). Su ministerio sacerdotal lo
desarrolló en la diócesis de Sevilla, de la que es obispo auxiliar desde 2023.
Palabras de Mons. Valdivia a la Diócesis de Cádiz
y Ceuta
Queridos
hermanos y hermanas de la Diócesis de Cádiz y Ceuta:
¡Alabado sea Jesucristo!
En el
día litúrgico de la mártir Santa Cecilia, la Santa Sede ha hecho pública la
aceptación de la renuncia de Mons. Rafael Zornoza Boy como Obispo de la
Diócesis de Cádiz y Ceuta. Al mismo tiempo ha comunicado mi nombramiento como
Administrador Apostólico en espera de que el Santo Padre provea un nuevo Obispo
diocesano.
Quiero
expresar mi agradecimiento al Santo Padre León XIV por la confianza que ha
depositado en mi persona para esta nueva responsabilidad en el servicio
episcopal para la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Una vez más, pongo mi humilde “sí”
para que se manifieste el amor de Dios, a través de mi pequeñez. Será un
periodo transitorio, pero cada instante cuenta en nuestro camino de fe, por eso
estoy decidido a vivirlo con intensidad y agradecimiento. ¡Estoy dispuesto!
En mi
nombre, y en el de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, quiero agradecer de corazón a
D. Rafael su servicio en esta Iglesia durante los últimos catorce años.
Rezaremos especialmente para que recupere totalmente la salud. También quiero
agradecer a todos los que trabajaron en nuestra diócesis para transmitirnos el
más hermoso patrimonio que tenemos: la fe.
Comienzo
mi misión entre vosotros con la confianza de quien no llega como un extraño.
Aunque hay muchas zonas que aún no conozco de vuestra diócesis, otras en
cambio, me son muy cercanas, tanto geográfica como espiritualmente. Espero
poder estar cerca y testimoniar el amor de Dios.
Estoy
muy agradecido al Señor por el encargo de servir a esta Iglesia hermanas con
las que ya he colaborado previamente a través de mi labor en la Delegación de
Patrimonio de la Asamblea de los Obispos del Sur y en otras invitaciones que me
han hecho.
Queridos
hermanos sacerdotes y diáconos; consagrados y consagradas (especialmente de
clausura); seminaristas y familias, ¡contad conmigo para impulsaros a responder
a los desafíos del mundo con un cristianismo maduro y entregado! ¡Queridos
niños y jóvenes, adultos y personas mayores, enfermos y necesitados, pobres y
migrantes, ojalá podáis encontrar en mí el hermano que os acoja y muestre el
camino hacia Dios!
Quisiera
aprovechar este saludo para mostrar mi reconocimiento y disponibilidad a la
sociedad civil de Cádiz y Ceuta: desde los responsables de la administración
pública a los servidores en los ámbitos militar, académico, cultural, jurídico,
sanitario, etc. La pluralidad religiosa, cultural y social que configura
nuestra diócesis es una oportunidad significativa para seguir aportando
dinamismo y esperanza a nuestra sociedad. La peculiaridad geográfica la
convierte en puerto de llegada y salida, por tanto, lugar de encuentro y de
conocimiento mutuo. Os pido que me ayudéis a colaborar para que yo también sea,
puente de unidad y de paz.
Me
pongo en las manos del Espíritu Santo, para poder llevar a cabo la misión que
se me ha encomendado. Ruego a la Madre de Dios, en las distintas advocaciones
de nuestras diócesis, que me concedan la ternura y la firmeza necesarias para
transmitir el tesoro de la fe; y, a los Santos Patronos de la Diócesis de
Cádiz, Servando y Germán, y los Santos Mártires franciscanos, protectores de
Ceuta, que me ayuden a entregarme hasta el extremo.
Con
mi bendición y afecto, hasta que nos veamos pronto,
+ Ramón Darío Valdivia Jiménez
Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta
viernes, 7 de noviembre de 2025
LA NECESIDAD DE LA EUCARISTÍA - PRESENCIA
Una
vez más estamos llegando al final del ciclo litúrgico con la festividad de Cristo
Rey. Pero este año es especial, pues se cumplen 100 años de la primera
celebración de esta fiesta de la Realeza de Cristo, instituida por el
papa Pío XI con la encíclica “Quas Primas” (11-12-1925); que en consonancia con
la encíclica “Annum Sacrum” (25-05-1899) del papa León XIII, pedía que se renovase
la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús, y disponiendo un nuevo texto de consagración.
El sumo pontífice se
muestra consternado por los conflictos que asolan el mundo y propone el Reino de Cristo como
modo de alcanzar la verdadera paz… "Si los fieles comprenden que es su deber militar
con infatigable esfuerzo bajo las banderas de Cristo Rey, entonces, inflamados
ya en el fuego del apostolado, se consagrarán a llevar a Dios de nuevo a los ignorantes”…(Quas Primas de SS. Pío
XI)
En consecuencia, parece oportuno que reflexionemos sobre la situación en la que se encuentra la Adoración Nocturna Española, proponiendo seguidamente algunas pautas que nos ayuden a una sana prosperidad de la Obra. Son muchas las voces que nos alertan de la preocupante situación que atraviesa nuestra Asociación en toda España y que se viene detectando desde hace algunos años: la falta del espíritu de sacrificio de los adoradores, lo que nos ha llevado a cierto acomodo, la suspensión de la nocturnidad de las vigilias, así como a la pérdida de calidad en su desarrollo o a la reducción del tiempo de oración contemplativa ante el Santísimo.
Con todo, parece que la pandemia COVID 19 agravó más aún la situación, haciéndonos más difícil la recuperación del espíritu fundacional que nos imprimió nuestro fundador, el Venerable don Luis de Trelles: “Enamorarnos del Santísimo Sacramento”... En los orígenes, don Luis tomó una fórmula espiritual de los Padres del Desierto que describía con tres palabras: «Fuge»: aprender a recoger la mente para abstraernos del mundo exterior e interior. «Tace»: buscar el silencio necesario para permanecer en oración personal con Dios. «Quiesce»: permanecer en quietud de espíritu (del alma) en oración contemplativa.
Los tiempos que vivió
nuestro Fundador fueron años marcados por el materialismo, la modernidad y la
tribulación social y familiar. Hoy podemos decir que el mundo que nos rodea está en
la misma situación, pues
vemos que las influencias externas nos imprimen una vida agitada que hay que
vivir con mucha prisa, estando además sometidos a una vasta información que nos
aportan los medios digitales.
Bien
sabemos que la pandemia nos enseñó a distinguir la diferencia que hay entre
participar en una celebración eucarística virtual (opción ofrecida en el
confinamiento) y la verdadera y presencial participación en nuestras vigilias
ya recuperadas. Nada tiene que ver una experiencia con otra. Pero a pesar de esta
recuperación, echamos de menos, como ocurre en casi todas las realidades eclesiales, un relevo generacional
que asegure la continuidad del espíritu fundacional y del carisma propio de la Adoración
Nocturna Española, esto es, dar continuidad a las vigilias nocturnas de los primeros
cristianos,
prestando una especial atención a la presencia de Jesús en el Santísimo
Sacramento, y atendiendo a la enseñanza recibida de Cristo: «velad y orad», al tiempo
que seguimos su ejemplo de retirarse durante la noche para orar al Padre.
Los primeros
cristianos
no solo procuraban rezar varias veces al día (costumbre que dio lugar a la
Liturgia de las Horas), sino que solían reunirse por la noche para celebrar vigilias
nocturnas
de oración (Lc 6, 12; Mt 26, 38-41). Terminadas las
vigilias, los primeros cristianos celebraban la Eucaristía, pues esta era el
centro y la fuente de todas las celebraciones de la cristiandad (Hch 20, 7-12).
Hoy
en día, hemos perdido la costumbre de llevar a los niños a la presencia de
Jesús Sacramentado, con lo que no nos debe extrañar que hayamos perdido el
relevo generacional. La cuestión, entonces, es: ¿Cómo recuperar la
participación de los jóvenes en nuestras vigilias?
La respuesta la
encontramos en la práctica de una oración insistente, a tiempo y a destiempo,
pues así nos lo enseña la Iglesia y también nuestra Madre, la Virgen María. Como Madre de la
Iglesia, permanece con nosotros y nos alienta a retornar a Dios por medio de la
oración. En el Santo Rosario contemplamos la vida de Jesús y Él nos bendice
abundantemente para que, con su ayuda, podamos perseverar en el camino de la
salvación que conduce al Padre.
Esto
es lo que tenemos que hacer en todo tiempo: perseverar en la oración
personal y fortalecer la oración comunitaria si la hemos abandonado,
frecuentando la Eucaristía y la adoración al Santísimo, pues la Eucaristía es
la fuente de la gracia, la fuente del amor de Dios. Cuando abandonamos estas
prácticas presenciales cristianas, nos debilitamos y perdemos el carisma de
adoradores.
Oremos
con recogimiento de la mente y en quietud de espíritu ante el Santísimo o en
privado, y
el Señor que ve en lo escondido nos recompensará con abundantes vocaciones de
jóvenes
para la Adoración Nocturna. Solo Dios puede tocar los corazones de los hombres
para que vuelvan su mirada al tabernáculo de su presencia.
Francisco Javier Cebrián del Pozo. Vocal de Formación del Consejo Nacional de la A. N. E.


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