«La familia, cuna de
la vocación al amor»
La institución de la fiesta de la Sagrada
Familia es relativamente reciente, pues se remonta a 1893, bajo el pontificado
de León XIII. En nuestros tiempos, adquiere una importancia especial ya que los
ataques contra la familia, las leyes a favor del divorcio y los atentados
contra el matrimonio natural, no dejan de multiplicarse.
¿Por qué celebramos la
Fiesta de la Sagrada Familia?
Este día de fiesta se honra
a Jesús, a la Santísima Madre y a San José como la familia más sagrada, y por
lo tanto un modelo para todas las familias cristianas.
Eran santos porque colocaban a Dios en el centro de su vida familiar, se amaban
y sacrificaban el uno por el otro, e irradiaban ese amor a los demás en la
misión redentora de la Palabra Encarnada.
El Papa San Juan Pablo II
dijo: "El Redentor del mundo eligió a la familia como
lugar para su nacimiento y crecimiento, santificando así esta institución fundamental
de toda sociedad" (mensaje de Ángelus, 30 de diciembre de
2001).
¿Dónde encontramos relatos de la
Sagrada Familia en las Escrituras?
La historia de la Sagrada Familia se
encuentra en sólo dos relatos, lo que se llama las
Narrativas de infancia: los dos primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y
Lucas.
Escribiendo a un público judío, San
Mateo proporciona el descenso abrahámico y davídico de Jesús,
seguido de un relato de Su nacimiento. En el capítulo 2 habla de la visita de
los Reyes Magos, la búsqueda del Niño por parte del rey Herodes y la partida
hacia Egipto. Concluye su narración con el regreso de Egipto a Nazaret, guardó
silencio sobre la vida de Jesús en Nazaret. Jesús aparece a continuación a los
30 años de edad en Su bautismo por San Juan el Bautista (Mt.
3).
Lucas comienza con la
concepción de San Juan y la Anunciación del Señor.
Continúa con la visita de María a Isabel y el nacimiento del Bautista. Luego da
cuenta de la Natividad, el anuncio de los ángeles a los pastores, la
circuncisión y presentación de Jesús en el Templo, y el reconocimiento y
profecías de Simeón y Ana. Lucas concluye con el regreso a Nazaret, añadiendo
sólo un detalle más, Jesús permaneciendo en el Templo cuando tenía 12 años.
Mensaje de los obispos en la jornada
de la sagrada familia
En esta fiesta de la Sagrada Familia nos
acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio
del Dios encarnado por amor a nosotros, pidiéndoles que nos ayuden a descubrir
la familia como lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación
al amor.
En estos momentos en los que atravesamos
un invierno vocacional, no solo en referencia al sacerdocio y a
la vida consagrada, sino
incluso al matrimonio cristiano, estamos convencidos de que
buena parte de esta crisis está producida
por la pérdida de la cultura vocacional, ese “humus” en el cual el
planteamiento de la vida como vocación resulta algo normal.
Ante esta situación, no queremos
instalarnos en una queja estéril que contempla pasivamente este ocaso de las
vocaciones, precisamente porque estamos convencidos de que la felicidad de cada
persona pasa por el descubrimiento y vivencia en plenitud de la vocación que
Dios ha soñado para ella desde toda la eternidad. Recordemos que «El hombre no puede
vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está
privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor,
si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por
esto precisamente, Cristo redentor […] revela plenamente el hombre al mismo
hombre» ( San Juan Pablo II, encíclica Redemptor hominis, n. 10).
La familia, célula vital de
la sociedad y de la Iglesia, es
fundamental en la formación de los
niños y jóvenes que en un futuro serán llamados a abrazar una
vocación concreta, partiendo de la base de la vocación bautismal.
Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus
hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia.
Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera
el derecho que tienen los padres de trasmitir a sus hijos una educación
conforme a sus valores y creencias. […].
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