NOVIEMBRE: DESDE EL CUARTO DE GUARDIA
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar
LA ADORACIÓN NOCTURNA MOMENTO PARA CULTIVAR LA INTIMIDAD CON DIOS
1º Marco para esta noche de enero.
Dios además de en el cielo,
está presente entre nosotros de una manera admirable en el Pan y Vino
consagrados, en la celebración
eucarística, en el prodigio de la Comunión y en las Especies Sacramentales en
el Sagrario. En esta vigilia, vamos a tener como anclaje de nuestro corazón y
de nuestros pensamientos: Cristo es el vecino más influyente
e importante de nuestra comunidad. Queréis enchufes, id al
sagrario. Aprendamos en las vigilias de la Adoración Nocturna a llevarlo en
nuestro ser durante nuestra vida, en la media hora de meditación contemplativa,
al salmodiar, al cantar, al musitar y al adorar y, sobre todo, en medio de los
afanes de cada día.
2º Una oración
jaculatoria al espíritu santo, para que nos encienda en amores.
Sin la ayuda del Espíritu
Santo, nuestra religiosidad puede quedarse en ritos sin alma. El
Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad es el fuego del
Corazón de Cristo. Esta noche digámosle:
Tu septiformis munere,
Sermone ditans guttura.
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Tú
derramas sobre nosotros los siete dones;
pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
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3º Un texto del venerable
don Luis de Trelles que nos inicie en la oración meditativa.
“En
la maravilla de su amor. dios es mi vecino más importante”
Cristo se ha quedado con nosotros hasta el
final de los tiempos. ¡Imposible! Así es: imposible e increíble para
nuestras cortas miras siempre pedestres, siempre a ras de suelo, pero no para
nuestro Dios que por su encarnación tiene corazón de hombre sin dejar de amar
como Dios. Las vigilias de Adoración Nocturna son ocasión para
cultivar y crecer en el amor a un Dios enamorado de los seres humanos, ahondando
en la maravillosa intimidad de quien, además de pagar por
nuestras culpas, se ha quedado a vivir cerca de nosotros en el sagrario,
para seguir de cerca nuestras incidencias, alegrías y penas y, en todo momento,
ser nuestro consejero, nuestro amigo, nuestro maestro, nuestro director. Cristo
vive en nuestra vecindad. Es el vecino más importante de nuestra comunidad que
nos espera paciente, apasionadamente y vivo en el Pan Eucarístico.
El Señor nos ha redimido. ¡Hecho
grandioso! Pero además hay mucho más: ha querido
vivir con nosotros para enamorarnos, para que,
en medio de la vida cotidiana sepamos que él no nos abandona.
Cristo, Nuestro Señor y amigo, sigue de cerca nuestras vicisitudes hasta
que nos lleve al banquete eterno del cielo. Dios con nosotros
como amigo, hermano, compañero, y además Redentor nuestro y Señor de la
historia y además Príncipe de la paz. ¡Alabado sea y bendito por siempre!
“La vida común de Cristo con nosotros
depende de nuestra voluntad, sin la cual no se otorga. Por
una condescendencia de Dios que el corazón presiente, pero que la inteligencia
no penetrará jamás, sino en la Bienaventuranza, el Señor se nos brinda en el
Sacramento y el hombre no acepta, a pesar de que responde tan grande favor a
una necesidad instintiva de nuestra alma, criada sin duda para su destino
inmortal en la gloria y para unirse con Dios por la gracia en la
vida temporal.
Hay en el mundo, y por ventura en las
capas inferiores de la sociedad es frecuente, que haya personas predestinadas a
una ‘'vocación superior”, almas aristocráticas, no obstante, su estado social
ínfimo, que presienten un porvenir superior sin aspirar visiblemente a él… Así
el hombre en quien estaba borrado el sello de su origen, al contacto de Dios
humanado, digámoslo así, recupera su realeza
primitiva y se puede hermanar, en cierto modo, con Dios, mediante
la gracia que le trajo el Hijo del Rey por una inefable condescendencia.
La redención no sólo fue para expiar la
pena del pecado, sino también una aproximación de Dios al hombre, que revela a
éste todo el amor de aquél y le atrae suavemente a sí por vínculos de caridad.
¡Sublime misterio!
Hay un rescate que supone una compra y un
precio, pero también un don perfecto que se nos ofrece. Porque está escrito que
tanto amó Dios al hombre que le dio a su Unigénito, No sólo para que con sus
méritos infinitos nos rescatase, sino para que también lo cultivase en su
afecto y viviese en una forma tan secreta y eficaz como es la vida
eucarística de Cristo…
No contentándose el Señor con tomar
nuestra carne, para sufrir por ella una pena condigna de nuestra culpa, se
quedó con nosotros para hacer una vida común, permaneciendo en nuestra
proximidad para asimilarnos a él y prestarnos sus auxilios todopoderosos.
Si fuera posible usar este lenguaje,
diríamos que, amén de vida de la gracia, nos quiso
ofrecer, obrando de esta suerte, la vida de la amistad, de la de la compañía y
de la igualdad con todas sus consecuencias. Es un favor infinito
que apenas se creería si no lo explicase el amor de Dios.“
Preguntas para el
diálogo y la meditación.
■ La Adoración Nocturna no es
una institución venerable que pertenece a otros tiempos. Es remedio a las
máximas necesidades religiosas de nuestros días. ¿Por qué no es suficiente
saber de Dios, por ejemplo, que El Verbo se encarnó y nos redimió con su muerte
y resurrección? ¿Por qué en la Eucaristía se quedó entre nosotros, sólo para
alabarle y reparar nuestras miserias o, además, para enseñarnos a vivir y
transformarnos en Dios?
■ La Eucaristía es el alimento
que nos lleva a la vida eterna. Sin duda. Pero no pasivamente ni sólo, porque
al recibirlo, sabemos que es verdad. ¿Por qué es tan importante tomar
conciencia de que la comunión es para unirse con Dios por la
gracia en la vida temporal?
■ ¿Por qué la Eucaristía es
además vivir en una forma tan secreta y eficaz como es la vida
eucarística de Cristo?